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auténtico con los padres y los amigos. Y la curación fue, al fin, posible en
cuanto Anita experimentó que hay personas que quieren y pueden
entenderla.
Entre las principales emociones reprimidas (contenidas o disociadas) en
nuestra infancia, y que se hallan almacenadas en las células de nuestro
cuerpo, está el miedo. Un niño al que han pegado, inevitablemente tiene un
miedo constante a nuevas palizas; pero, por otro lado, no puede vivir
sabiendo que lo han tratado con crueldad. Ha de reprimir ese
conocimiento. De igual modo, el niño desatendido no puede vivir su dolor
de forma consciente, y menos aún expresarlo, por temor a ser abandonado
por completo. Así que se aferra a un mundo irreal, más bello e ilusorio.
Eso le ayuda a sobrevivir.
Cuando en el adulto, a través de sucesos de lo más banales, se
desencadenan las emociones reprimidas en el pasado, éstas apenas gozan
de comprensión: «¿Yo? ¿Miedo a mi madre? Pero si es absolutamente
inofensiva, me trata con cariño y hace todo lo que puede. ¿Cómo voy a
tenerle miedo?». O en otro caso: «Mi madre es horrible. Pero soy
consciente de ello, por eso he roto mi relación con ella, no dependo de ella
para nada». Quizás el adulto se conforme con esto. Pero es posible que en
su interior todavía viva el niño no integrado, cuyos miedos nunca pudieron
ser aceptados ni vividos de forma consciente y que, por tanto, hoy se
dirigen hacia otras personas. Estos miedos pueden, sin motivo aparente,
asaltarnos de improviso y causarnos pánico. Si no se experimenta en
presencia de un testigo cómplice, el miedo inconsciente a la madre o al
padre llega a sobrevivir durante décadas.
En Anita, por ejemplo, eso se manifestó en su desconfianza hacia todo
el personal clínico y en su incapacidad para comer. Es cierto que con
frecuencia la desconfianza estaba justificada, pero tal vez no siempre. Eso
es lo desconcertante. Lo único que el cuerpo no paraba de decir era: no
quiero esto, pero no podía decir lo que quería. Sólo después de que Anita
viviera sus emociones en presencia de Susan, después de descubrir en su
interior todos los temores que en el pasado le había inspirado una madre