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El cuerpo nunca miente - Alice Miller (2)

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verdad, han podido abandonar el escondite en el que se habían guarecido.

En mi caso, el viaje duró mucho porque durante décadas tuve que recorrer

el camino sola y hasta el final no encontré el tipo de acompañante que

necesitaba. Por el camino tropecé con personas para quienes conocer su

historia también era una prioridad. Querían entender de qué tenían que

protegerse, de qué habían tenido miedo, y cómo estos miedos y las graves

heridas tempranamente sufridas habían repercutido en sus vidas. Igual que

yo, tuvieron que imponerse a la dictadura de la moral tradicional, pero

pocas veces lo hicieron solas. Ya había libros y grupos que les facilitaron

esta liberación. Después de confirmar sus percepciones, pudieron dejar

atrás su confusión y, una vez que se hubieron acercado a su verdad,

permitirse la aceptación de la indignación y el horror.

Henrik Ibsen habló una vez de los puntales de nuestra sociedad; se

refería con ello a los poderosos que sacan provecho de la hipocresía de

dicha sociedad. Yo espero que las personas que hayan reconocido su

historia y se hayan liberado de las mentiras impuestas por la moral pasen a

formar, parte de los puntales de una futura sociedad consciente. Sin la

conciencia de lo que nos sucedió en nuestros primeros años de vida todo el

engranaje cultural es, a mi entender, una farsa. Los escritores aspiran a

crear buena literatura, pero no tratan de identificar la fuente inconsciente

de su creatividad, el impulso que les lleva a expresarse y comunicarse. La

mayoría teme con ello perder sus capacidades creativas. Un miedo similar

he encontrado en los pintores, incluso en aquellos que (a mi juicio)

mostraban claramente sus miedos inconscientes en sus cuadros, como

Francis Bacon, El Bosco, Salvador Dalí y muchos otros surrealistas. Es

cierto que con sus cuadros buscan comunicarse, pero a un nivel que proteja

su negación de las vivencias infantiles y que se considera arte. Dirigir la

atención a la biografía de un artista es un tabú del engranaje cultural. En

mi opinión, es precisamente esta historia inconsciente la que mueve al

artista una y otra vez a buscar nuevas formas de expresión (véase

A. Miller 1998b). Y es preciso que permanezca oculta a él y a nuestra

sociedad porque podría desvelar el sufrimiento tempranamente padecido

debido a la educación, con lo que se desobedecería el mandamiento de

«honrarás a tu padre y a tu madre».

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