Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
que en Nina provocó lo que yo le conté, empecé a sentir y a darme cuenta de la frialdad
y la soledad en las que he crecido, totalmente aislada. ¿De dónde saco entonces la
confianza? Las conversaciones con Nina me abrieron primero el apetito, empecé a
comer y experimenté que la vida tenía algo que ofrecerme: una comunicación
auténtica, algo que siempre había anhelado. Porque me obligaban a comer cosas que no
quería; eso, la frialdad, la estupidez y el miedo de mi madre, no era comida. Mi
anorexia nerviosa fue la huida de esos supuestos alimentos emponzoñados, me salvó la
vida, mi necesidad de calor, comprensión, diálogo e intercambio. Nina no es la única.
Ahora sé que existe, que eso que busco existe, aunque durante tanto tiempo no me
hayan dejado saberlo.
»Antes de tener contacto con Nina, no sabía que había más gente aparte de
vosotros, mi familia y la escuela. Todos me parecían tan normales e inaccesibles…
Todos me encontraban rara, ninguno me entendía. Para Nina no era nada rara. Aquí, en
Alemania, trabaja limpiando, pero en Portugal empezó una carrera universitaria. Lo que
pasa es que no tenía dinero para seguir estudiando, porque su padre murió poco
después de que terminara el bachillerato y tuvo que ponerse a trabajar. Aun así, me ha
entendido. No porque hubiera empezado una carrera, eso no tiene nada que ver. De
pequeña tuvo una prima, de la que me ha hablado mucho, que la escuchó y la tomó en
serio. Y ahora es ella la que me escucha a mí, sin esfuerzos ni problemas. Para ella no
soy extranjera, aunque ella creció en Portugal y yo en Alemania. ¿Verdad que es raro?
Y aquí, en mi país, me siento como una extranjera, a veces incluso como una leprosa,
sólo porque no quiero ser, ni seré, como tenéis planeado que sea.
»Lo he demostrado con la anorexia. Mirad qué aspecto tengo. ¿Os da asco verme?
Mejor, así os daréis cuenta de que hay algo en mí o en vosotros que no funciona.
Apartáis la vista, me tomáis por loca. Y es verdad que eso duele, pero es mejor que ser
uno de vosotros. En cierto modo, sí que estoy loca, me habéis apartado de vosotros
porque me niego a amoldarme a lo que decís y a traicionar mi ser. Quiero saber quién
soy, para qué he venido al mundo, por qué en esta época, por qué en el sur de
Alemania y con estos padres, que no me entienden en absoluto ni me aceptan. ¿Para
qué estoy, pues, en este mundo? ¿Qué hago aquí?
»Estoy contenta porque desde mis conversaciones con Nina ya no tengo que ocultar
todas estas preguntas detrás de la anorexia. Quiero buscar un camino que me facilite
encontrar respuestas a mis preguntas y vivir como yo quiera.
»3 de noviembre de 1997
»Me han dado el alta porque ya he alcanzado el peso mínimo. Con eso bastaba.
Pero por qué no lo sabe nadie excepto Nina y yo. Los del hospital están convencidos de
que su plan alimenticio ha provocado la supuesta mejoría. Pues que sigan creyéndolo si
eso les hace felices. De todas maneras, yo estoy encantada de dejar el hospital. ¿Y
ahora qué? Tengo que buscarme una habitación en algún piso, no quiero quedarme en
casa. Mamá está preocupada, como siempre. Toda su vitalidad la invierte únicamente en
su preocupación por mí, cosa que me altera los nervios. Si sigue haciendo esto, temo no
poder volver a comer, porque el modo en que me habla me quita el hambre. Noto su
miedo, y me gustaría ayudarla, me gustaría comer para que no tuviese miedo de que yo
adelgace otra vez, pero ya no aguanto más esta comedia. No quiero comer para que mi