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El cuerpo nunca miente - Alice Miller (2)

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estar en condiciones, debido a la actual enfermedad, de ayudar a su padre,

porque lo quería mucho. Ignoraba el porqué de este sufrimiento, casi

nunca había estado enferma, todos la habían envidiado por su salud. Klara

vivía muy sujeta a sus convencionalismos, es evidente que apenas conocía

sus verdaderos sentimientos. De ahí que el cuerpo tuviera que

manifestarse, aunque, por desgracia, no hubo nadie en su familia que le

ayudara a descifrar el lenguaje en el que el cuerpo hablaba. Sus hijos

adultos nunca estuvieron preparados ni capacitados para hacerlo.

El caso de la mujer que me había escrito, la pintora, fue distinto. Notó

claramente que se enfadaba con su madre al ver cómo ésta reaccionaba a

las buenas ventas de los cuadros. A partir de entonces la alegría de la hija

fue apagándose, durante unos meses fue incapaz de pintar y volvió a caer

en sus depresiones. Decidió no ir a ver a su madre ni a los amigos que

estaban de parte de ésta. Dejó de ocultarles a sus conocidos el estado de su

madre (padecía psicosis), empezó a comunicarse y volvió a sentir las

ganas y la alegría de pintar. Lo que le devolvió la energía fue la aceptación

de la verdad completa sobre su madre y la ruptura paulatina del vínculo, es

decir, entre otros, de la compasión y la esperanza de poder hacer feliz a su

madre para que ésta algún día la quisiese. Había aceptado que no podía

querer a esta madre y ahora sabía exactamente por qué.

Historias como ésta, con final feliz, escasean, pero yo creo que su

frecuencia aumentará con el tiempo, en cuanto consigamos reconocer que

a los padres que nos han maltratado no les debemos agradecimiento

alguno y, desde luego, tampoco ningún sacrificio. Sacrificios que se

hicieron por unos fantasmas, por unos padres idealizados que nunca

existieron. ¿Por qué seguimos sacrificándonos por unos fantasmas? ¿Por

qué nos aferramos a unas relaciones que nos recuerdan viejos tormentos?

Porque abrigamos la esperanza de que eso cambie algún día, cuando

demos con la palabra adecuada, adoptemos la actitud adecuada o logremos

comprender. Pero eso significaría volver a doblegarnos como hicimos en

la infancia para obtener amor. Hoy en día, como adultos, sabemos que se

abusó de nuestros esfuerzos y que eso no era amor. Así pues, ¿por qué

esperamos que las personas que, por la razón que sea, no pudieron

queremos lo hagan finalmente?

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