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las fantasías y los deseos. Los escritos de Freud confundieron por
completo a Virginia Woolf: por un lado, ella sabía perfectamente lo que
había sucedido, y, por otro, deseaba, como casi todas las víctimas de
abusos sexuales, que esto no fuese cierto. Al fin, siguió las teorías de
Freud y sacrificó su memoria negando lo ocurrido. Empezó a idealizar a
sus padres y a ver de manera positiva a toda su familia como nunca antes
había hecho. Después de darle la razón a Freud, se sintió insegura, confusa
y, en adelante, se creyó que había enloquecido. DeSalvo escribe:
«Estoy convencida de que su decisión de suicidarse pone de relieve lo que defiendo en
mi tesis […] Desde mi punto de vista, la relación causa-efecto que Virginia había
tratado de trabajar perdió todo su fundamento a causa de Freud, por lo que se vio
obligada a desdecirse de sus propias explicaciones sobre su depresión y su estado
anímico. Había partido de la base de que podía achacar su situación a la experiencia
incestuosa de su infancia, pero al seguir a Freud, tuvo que considerar otras
posibilidades: que sus recuerdos estaban distorsionados, si no eran incluso falsos, que
no eran una vivencia real, sino una proyección de sus deseos, y que el suceso en sí era
producto de su imaginación» (DeSalvo 1990, pág. 155).
Tal vez el suicidio habría podido evitarse si Virginia Woolf hubiese
tenido un testigo cómplice con quien poder compartir sus sentimientos
sobre la crueldad que tan tempranamente sufrió. Pero no tenía a nadie, y
creyó que Freud era el experto. Los escritos de éste la confundieron y
desorientaron mucho; aun así, prefirió dudar de sí misma a dudar de
Sigmund Freud, la gran figura paterna, que representaba los criterios de la
sociedad de aquel tiempo. Por desgracia, éstos no han cambiado mucho
desde entonces. En 1987 el periodista Nikolaus Frank vivió la indignación
que provocó un comentario que hizo en una entrevista para la revista
Stern, en la que dijo que nunca perdonaría la crueldad de su padre. El
padre fue jefe del distrito de Cracovia durante la guerra y permitió que
muchas personas sufrieran atrocidades. Pero toda la sociedad esperaba que
el hijo fuese indulgente con este monstruo. Alguien escribió a Nikolaus
Frank que lo peor que su padre había hecho era tener un hijo como él.