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El cuerpo nunca miente - Alice Miller (2)

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enfermedad, pues ésta tendría que haber sabido lo duro que le resultaría a

su madre su distanciamiento. ¿Cómo podía hacerle esto a ella?

Es una situación frecuente. El estado enfermo de la madre le da a ésta,

al parecer, un poder ilimitado sobre la conciencia de su hija adulta, y lo

que ella misma no pudo conseguir de su madre cuando era pequeña, la

presencia y los cuidados, puede conseguirlo con facilidad chantajeando a

su hija y logrando sistemáticamente que se sienta culpable.

Daba la impresión de que los logros terapéuticos de Anita estaban en

peligro, ya que se vio asaltada de nuevo por los viejos sentimientos de

culpa. Por suerte, los síntomas de la anorexia nerviosa no resurgieron, pero

las visitas a su madre hicieron que Anita se diera clara cuenta de que

tendría nuevas depresiones si no decidía adoptar una postura de «dureza»,

para impedir el chantaje emocional, y cesaba las visitas. De modo que se

fue otra vez a ver a Susan esperando encontrar ayuda y apoyo.

Para su gran sorpresa, se encontró con una Susan hasta ahora

desconocida para ella, que intentó explicarle que le esperaba bastante

trabajo analítico si quería deshacerse definitivamente de sus sentimientos

de culpa, es decir, si quería acabar con su complejo de Edipo. Los abusos

incestuosos a manos de su padre habían dejado en ella sentimientos de

culpa que llevaba toda la vida tratando de que fuera su madre quien los

pagara.

Anita no sabía qué hacer con esta explicación, no podía sentir más que

el enfado por ser manipulada. Susan le parecía ahora una esclava de la

escuela psicoanalítica, cuyos dogmas, a pesar de sus múltiples

aseveraciones, era evidente que no había cuestionado suficientemente.

Susan le había servido de gran ayuda para liberarse del modelo de la

pedagogía venenosa, pero ahora mostraba una dependencia hacia los

criterios de su formación que a Anita le resultaban totalmente falsos. Era

casi treinta años menor que Susan y no necesitaba someterse a los dogmas

que la generación anterior había considerado lógicos.

Así que Anita se despidió de Susan y encontró un grupo de gente de su

edad, cuyas experiencias terapéuticas eran similares a las suyas y que

buscaban formas de comunicación despojadas de toda carga educativa. En

él obtuvo la aprobación que necesitaba para escapar al magnetismo

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