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y producirá síntomas mientras sigamos sin querer reconocer el miedo, la
ira, la indignación y el horror del niño víctima de abusos sexuales.
Pero ni con la mejor de las intenciones podremos detectar las
situaciones pasadas si desatendemos nuestro presente. Sólo rompiendo con
la dependencia actual podremos reparar los daños, es decir, ver con
claridad las consecuencias de la dependencia más temprana y acabar con
ellas. Por ejemplo: Andreas, un hombre de mediana edad, tiene sobrepeso
desde hace muchos años y sospecha que este atormentador síntoma está
asociado a su relación con su padre, un hombre autoritario que lo
maltrataba. Pero no puede solucionarlo. Se esfuerza por perder peso, sigue
todas las prescripciones médicas y es capaz de sentir la ira hacia el padre
de su infancia, pero todo eso no le sirve de nada. Andreas sufre de
ocasionales arranques de ira, insulta a sus hijos, aunque no quiera hacerlo,
y le grita a su mujer, aunque tampoco quiera hacerlo. Se tranquiliza con
ayuda del alcohol, pero no se considera un alcohólico. Le gustaría ser
cariñoso con su familia, y el vino le ayuda a refrenar su impetuosa ira y le
permite experimentar sentimientos agradables.
En nuestra conversación, Andreas me contó accidentalmente que no
lograba acostumbrar a sus padres a que le avisaran por teléfono de sus
intenciones antes de visitarlo. Yo le pregunté si había expresado sus
deseos, y él me respondió con viveza que se lo decía cada vez, pero que
hacían caso omiso. Los padres consideraban que tenían derecho a pasar
por su casa porque la casa era de ellos. Yo, sorprendida, le pregunté que
por qué decían que era de ellos. Entonces me enteré de que, en realidad,
Andreas pagaba un alquiler por vivir en una casa propiedad de sus padres.
Le pregunté si no habría en el mundo entero alguna casa que pudiera
alquilar por el mismo precio, o un poco más alto, para que no dependiera
de sus padres, para evitar que lo sorprendieran a cada momento y pudieran
disponer de su tiempo. Entonces, con los ojos muy abiertos, me dijo que
hasta ahora nunca se había planteado esta cuestión.
Quizás esto resulte asombroso, pero no lo es si uno sabe que este
hombre permanece inmovilizado en la situación infantil, en la que debió
someterse a la autoridad, la voluntad y el poder de sus absorbentes padres
sin poder ver ninguna salida, con el miedo a que lo apartaran de sí. Este