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El cuerpo nunca miente - Alice Miller (2)

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después resultó ser crónica. Cuando a los seis años entró en la escuela

conoció por primera vez a otros niños, pero entre ellos se sentía raro y

extraño. Como era de esperar, tuvo dificultades en el trato con otros

compañeros, que eran más libres desde un punto de vista emocional y

habían vivido experiencias familiares distintas a la suya. A los nueve años,

sus padres se trasladaron a su propia casa, pero no se llevaron a su hijo

consigo. Fue en esta época cuando empezó a escribir poesía, algo que la

abuela apoyó con entusiasmo. Cuando a los doce años se fue a vivir con

sus padres, también su madre estuvo orgullosa de lo que había escrito,

pero el padre rompió sus manuscritos, lo que obligó a Mishima a seguir

escribiendo en secreto. En casa no se sentía comprendido ni aceptado. La

abuela había querido hacer de él una chica, y el padre, un chico a fuerza de

bofetones. Por eso recurrió a menudo a su abuela, que ahora parecía

ofrecérsele como un refugio frente a los malos tratos del padre,

especialmente porque a la edad de doce o trece años se lo llevaba con ella

al teatro. Esto le abrió las puertas de un nuevo mundo: el mundo de los

sentimientos.

A mi entender, el suicidio de Mishima es la expresión de su

incapacidad para vivir los tempranos sentimientos infantiles de rebelión,

ira e indignación por el comportamiento de su abuela, sentimientos que

Mishima nunca pudo exteriorizar porque le estaba agradecido. Se sentía

muy solo y, en comparación con el comportamiento del padre, la abuela

debió de parecerle una salvadora. Sus verdaderos sentimientos

permanecieron encadenados a su vínculo con esta mujer, que desde el

primer momento utilizó al niño para sus propias necesidades, tal vez

también las sexuales. Sin embargo, los biógrafos no suelen hablar de eso.

Tampoco Mishima habló nunca de ello; murió sin haber afrontado

realmente su verdad.

Se han aducido un sinfín de motivos para el haraquiri de Mishima.

Pero el motivo más evidente raras veces se ha mencionado, ya que se

considera muy normal ser agradecido con los padres, los abuelos o las

personas que los sustituyan, aun cuando a uno lo hayan atormentado. Es

algo que forma parte de nuestra moral, que nos lleva a enterrar nuestros

sentimientos reales y nuestras necesidades genuinas. Las enfermedades

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