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no encontré ninguna dirigida a su padre y sólo una mención, en la que el
hijo manifestaba por su padre un cariño y un amor absolutos; en cambio,
en casi todas las cartas, Dostoievski se quejaba sobre su situación
económica y pedía ayuda en forma de préstamo. A mi juicio, sus cartas
reflejan con claridad tanto el miedo del niño a la constante amenaza vital
que pendía sobre él como la desesperada esperanza de que el benevolente
destinatario comprendiera su necesidad.
Como se sabe, la salud de Dostoievski era muy precaria. Padecía
insomnio crónico y se quejaba de que tenía pesadillas en las que,
probablemente, afloraban sus traumas infantiles sin que él fuera
consciente de ello. Durante décadas sufrió, además, de ataques epilépticos.
No obstante, sus biógrafos apenas han establecido una conexión entre
estos ataques y su traumática infancia; al igual que tampoco se han
percatado de que su adicción al juego de la ruleta ocultaba la búsqueda de
un destino favorable. Es verdad que su mujer le ayudó a superar su
adicción, pero no le sirvió de testigo cómplice, y en aquella época, incluso
más que ahora, nadie se planteaba hacer el menor reproche a sus padres.
Una situación similar encontré en Antón Chéjov, quien en su relato El
padre describe, al parecer, con gran precisión a la persona de su padre, un
antiguo esclavo y ex alcohólico. El relato trata de un hombre que bebe y
que vive a costa de sus hijos, de cuyos éxitos se apropia para cubrir sus
carencias internas, pero que nunca ha intentado ver cómo son sus hijos de
verdad; un hombre que nunca ha tenido un gesto de cariño hacia alguien ni
de dignidad consigo mismo. Este relato, una obra literaria, permaneció
completamente disociado de la vida consciente de Chéjov. Si el autor
hubiese podido sentir cómo lo trataba su padre en realidad, a buen seguro
se hubiese avergonzado o hubiera estallado de indignación, pero en su
tiempo eso era impensable. En lugar de rebelarse contra su padre, Chéjov
mantuvo a sus expensas a toda su familia, incluso en épocas en las que
ganaba muy poco. Pagaba el piso de sus padres en Moscú, y se ocupó de
ellos y de sus hermanos. Pero en su epistolario encontré pocas referencias
a su padre. Cuando lo nombra, las cartas testimonian una actitud de total