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nayagua

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el venado herido o soy un pobre venaditoAlguien lanzó las flechas desde el otro lado del bosque,allá donde las pasiones duermen el sueño endurecido de las bestias.La herida se ha convertido en un entramado de miel y de llagas azules dentro delcorazón de los amantes.En mi mente se origina un pensamiento extraño.Recuerdo un país lleno de agua y las flechas flotando a mis pies.Allí, los caballos bailaban sobre el sonido esquelético de la luna.Yo lancé las flechas para comer de la carne de los sueños.Y ahora,me he convertido en la presa,un venado que vaga por el bosque de las lamentacionessin encontrar un camino ni palabras misericordiosas.Algunas tardes doblo mis cuatro patas y bebo de la orilla del lago.Luego contemplo esas ramificaciones amarillas que se extienden como mapas delmiedo por mis venas.El bosque ha llorado dagas flexibles sobre el cristal de los soñadores.A esas horas, a punto de comenzar la noche,los cangrejos dorados lamen la sangre de mis heridas y las hormigas se bañan enmis lágrimas de cera.Creo que he llegado al territorio de las estatuas.mis abuelos, mis padres y yoConcebir el útero materno como el lugar donde se concentra toda la memoria.Materia para abordar la propia isla.Como un nudo que nos atara a la presencia de los otros.Más allá de la extrañeza del cuerpo, la caída nos obliga a volver.Como si en la historia nos aguardara un origen.Como si en el núcleo unicelular de la casa se alzaran las torres del tiempo.Volver. Aguardar a que los otros resuelvan nuestra existencia.105

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