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nayagua

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En las cuatro partes siguientes, con igual determinación y franqueza inquebrantable,Simic entrevera pensamientos y reflexiones acerca del arte, la religión, la política,la historia, la literatura, el peso y el paso de la edad, y sobre todo, relativas ala escritura poética. Cualquiera de estas reflexiones, pensamientos y declaraciones,atraerán al lector no sólo por lo que dice, sino también por cómo lo dice: partiendode una declarada concentración y austeridad lingüística (“sé breve y dínoslotodo”), sin embargo, no cede un ápice a la fuerza expresiva de la imaginación,a esa capacidad, descubierta en un poema de Elizabeth Bishop, de “ver con losojos abiertos y ver con los ojos cerrados”. El lenguaje puede entonces ser capaz decapturar precisos momentos de emoción y estados de vida, o recrear una experienciavisceral, irracional o apasionada, una cuestión que lleva a Simic, y al lector, aintentar dirimir ese dilema o esa paradoja que se declara central en su escritura:¿cómo comunicar y expresar esos momentos de conciencia, de percepción y deconocimiento, cómo dar cuenta de ese instante preciso vivido con intensidad queel lenguaje, preso y cautivo de su orden cerrado y temporal, parece no poder reproduciren la linealidad de una frase? Quizás la pregunta quede mejor formuladacon las propias palabras del poeta: “¿Puede un instante intemporal de concienciaexpresarse de manera adecuada en un medio que depende del tiempo, a saber, ellenguaje? He ahí el problema del místico y del poeta lírico”.Buena parte de sus inteligentes aproximaciones a los modos y maneras de la escriturapoética buscan acercarse a ese conflicto, digámoslo así, que se plantea en elmomento de dar cuenta de dos dimensiones enfrentadas, la del tiempo y la del espacio.Simic sabe que las palabras señalan el tiempo y que la frase, el verso, es unaunidad temporal, y que en el trascurso de la escritura tiene lugar un proceso detransformación que hace que disminuya la suspensión temporal y la cercanía conla experiencia real o imaginada que dio lugar al poema. Una cuestión esencial esentonces cómo disminuir ese desplome temporal, cómo eliminar esos marcadoresde tiempo que impiden la precisa expresión de la escritura. Para Simic, la respuestaa esas limitaciones y restricciones está en el espacio: “Nombramos una cosa y luegootra. Así es como el tiempo entra en la poesía. El espacio, por otro lado, existe envirtud de la atención que dedicamos a cada palabra. Cuanto más intensa nuestraatención, más espacio, y hay mucho espacio en las palabras”.A estas capacidades significativas y asociativas, al carácter ambiguo de la lengua,se refiere Simic al declarar que “Las connotaciones tienen sus geometrías noeuclidianas”, pues son esas capacidades propias de las palabras las que crean eseespacio en el que el lector experimenta cierto grado de atemporalidad. Enfrentadoa la clásica teoría euclidiana, defiende la creencia de que puede existir más de unalínea paralela a una línea dada a través de un punto dado, lo que viene a decir quehay variaciones y alternativas, que no hay una verdad lineal, sino que es posible239

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