14.08.2015 Views

nayagua

a6b5fddf520e98cfcdeb42a0ea7b03b9

a6b5fddf520e98cfcdeb42a0ea7b03b9

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

246en los versos como si el propio Whitman hubiese sido invitado al mismísimo Edény estuviese dando cuenta de lo que allí se ha encontrado, observándolo todo conlos ojos abiertos y la mirada atenta, pendiente del detalle que confiera sentido a ungesto, a una palabra, a un anhelo.Pero también podemos referirnos a otros Whitmans: sin ir más lejos, al que, enbusca de su hermano herido en batalla, opera como enfermero durante la guerra civil,o de secesión, como quiera denominarse, una guerra que divide en dos a un paísque aún no ha llegado a su adolescencia histórica, si se me permite el símil, una guerraque, incluso hoy, mantiene a algunos estados del sur con su orgullo confederadointacto (impacta contemplar la bandera sudista ondeando en los edificios gubernamentalesdel Sur, junto a la correspondiente bandera estatal y la federal (la de las barrasy las estrellas, o sea), una contienda que trastoca el glorioso porvenir de ese idealllamado América y lo revierte a un estadio primitivo, asesino y doliente, de persecucionesy matanzas indiscriminadas, de linchamientos y barbarie. Recomiendo buscara este último Whitman en la sección Redobles de tambor, cuyos poemas son trágicos ycrudos, sin el más mínimo atisbo de autobombo o patrioterismo: pareciera que estenuevo Whitman, conmocionado, buscase en el baúl de su idiolecto las expresionesque aprendió cuando se dedicó al periodismo o la crónica, envolviéndolo los poemasen un luctuoso tono elegiaco. Ya no hay naturaleza inabarcable con las palabras, nivergel paradisíaco que llene el alma de esperanzas, sino estampas litográficas robadasa un momento cualquiera, al alto que hace un regimiento en su marcha al frente,a la vigilia junto a un soldado que a la mañana siguiente irá a la batalla, al hospitalde campaña en el que fue él mismo curador de heridas (hecho este al que le dedicaun poema entero, desgarrador) y al buscar el camino entre los bosques, iluminadospor antorchas y pendientes de una emboscada. Este Whitman, desconocido hasta elestallido de la guerra fratricida, es el mismo que canta estos versos:Mucho, demasiado tiempo, América,llevas viajando por caminos llanos y tranquilos, yaprendiendo solo de las alegrías y la prosperidad.Pero ahora, oh, ahora has de aprender de las crisis deangustia, y avanzar, y enfrentarte al destino máscruel, sin retroceder,y concebir y enseñar al mundo lo que son realmente tushijos en masse(porque, ¿quién sino yo ha concebido lo que sonrealmente tus hijos en masse?).¿Entiendes ahora, lector, por qué me llama la atención –poderosamente, además–esta visión de un Whitman cantor de vidas y de muertes? La idea de un yo único,mostrenco, más cercano al adoquín o el ladrillo que a la fluidez del vivir (y, dentrode este, el ir muriendo y volviendo a la vida a cada poco, o el descubrirte renova-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!