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nayagua

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caso de los “Retratos”, aquí traducidos. Ese comenzar una y otra vez como de verdadhacemos cada uno cada día, cada hora, en cada aliento, nunca se había hechocon igual ambición. Es tal la transparencia que, cuando quiso escribir textos másaccesibles, digamos, como su Autobiografía, la tersura de su prosa provocada porla extrema claridad de la que hablo, le otorgó al texto una elegancia comparablesolo a la hechura de un traje de Balenciaga por la simplicidad del corte, y la naturalcaída de la tela sobre el cuerpo, cosas que automáticamente hicieron del libro unbest seller. Una imantación semejante a la de la “Vida” de santa Teresa, editadopost mortem, que la convirtió de súbito en un éxito europeo. Y cuyo reverberollegó a Stein, que la orquestó en la pieza de teatro Four Saints in Three acts, luego desu visita a Ávila en 1912.Impensable, por tanto, recurrir a la memoria y a recursos del lenguaje como laconnotación o la metáfora que remiten a cosas ausentes: lo que se ve es lo que hay,observó Bernstein. Nada se oculta, ni hay pretensiones de trascendencia.Todo está aquí, vivito y coleando. Y es que para Stein, la poesía, a diferencia dela prosa, tenía que ver con el vocabulario y los nombres de las cosas. Esos nombres,como vimos en la cita del comienzo, están gastados; entonces, se trata de llamar alas cosas que siguen estando vivas no ya con el nombre por el que se las conoce,que está muerto, sino con los sustantivos y adjetivos de quien las contornea por vezprimera. Cuando niña, Stein supo que Shakespeare había creado una foresta sinnombrar lo que hace de ella una foresta, y pese a ello se percibía completamente.En la medida, entonces, en que busca recuperar el asombro del descubrimientodel objeto –pienso en bodegones– usa elementos alternativos del lenguaje: anáforas,aliteraciones, rima interna, entonación, ritmo, reiteración, segmentación… talcomo nos dicen los traductores en el prólogo. Por eso, la decisión de Del Pliego yFischer de respetar ese pululante mundo de resonancias hace de esta versión, queyo sepa, la primera en nuestra lengua que incursiona en la aventura del sonido, yde paso desmiente ese lugar común que quiere que la poesía moderna esté peleadacon la música, por haber abandonado el metro y la rima.Qué decir de la elección de los vocablos, del oído, del humor que desplieganBenito y Andrés en esta edición bilingüe, que permite cotejar el original cuantasveces se quiera, y es la compuerta que ambos han sabido abrir para dejarnos salir ajugar… al patio de la página de la cuidada edición de Juan Soros, para su colecciónTransatlántica, dentro de la editorial Amargord.Sería deseable contar en un futuro con un librito que reuniera la prosa “Composicióncomo explicación” ya traducida por nuestros amigos, así como “Poetry andGrammar”, o “What are masterpieces and why are there so few of them”, segundaconferencia que Stein dio en vida, y que entre todas constituyen algo así como unmaster indispensable sobre el arte de escribir.243

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