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nayagua

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222Tú buscas lo lírico en una lata de aceitunasemilia conejoEl silencio de las bestiasUnai VelascoMadrid, La Bella Varsovia, 2015“Jonás se volvió a la ballena / al ver lo que había fuera” dice un tema del grupobarcelonés Egon Soda. Y así, ellos y otros dislocan con naturalidad símbolossagrados, desmontando poco a poco las guirnaldas de fin de fiesta de la religiosidadclásica para dejar vacía la pista de baile, esperando a quien se anime a volvera inaugurarla. Y Velasco lo hace, esta vez con un paso de break-dance.Y es que el juego es el mismo, pero ha cambiado la baraja. Porque, si bien hastahace pocas generaciones se encontraban en la mayoría de las casas al menosuna Biblia y las fábulas de Esopo, los que somos hoy acólitos de esa suerte dereligiosidad laica (esa cosa post- de la que tantos formamos parte) tenemos pocaspistas sobre la naturaleza de los nuevos símbolos sagrados con los que vertebrarel mundo, y menos aún sobre la liturgia de celebración de nuestros ritos cotidianos.Es esta –nos aventuramos a afirmar– la poética de Unai Velasco: la construcciónde una liturgia vital cuando aún vestimos de luto por los grandes relatos.Una poética que ya hablabla con lengua de trapo en su poemario anterior, En estelugar, pero que es en El silencio de las bestias donde es llevada a un manierismosoterrado, maduro y de sorprendete calado. Y es que yo no sé si ustedes han sentidoalguna vez la trascendencia mientras comían palomitas o si han buscado “lolírico en una lata de aceitunas”, pero los que lo hacemos cada día acompañamosa Velasco en su búsqueda, y –más allá–, en su indudable hallazgo. De tal maneraque no nos sentimos desencajados en esa nueva casa de Dios que es ora un estudiode Hollywood, ora un polideportivo donde se medita con sordina.Cuesta comenzar la lectura de este poemario en la primera página, puesto queya antes –mucho antes– su título (que hace referencia al Salmo 49), goza de unadensidad tal que hace difícil levantar la portada con la fuerza de solo dos dedos.Y es que esa imagen convoca de manera exacta la tensión que une las palabrasque se agolpan en este breve libro. Cuando, por fin liberados del hechizo del

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