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nayagua

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Entre ambos extremos, se suceden hechos y “personajes”; así como una seriede acontecimientos autobiográficos esenciales que hacen ver desde un ángulo altamentesensible –quizá amenazado–, al tiempo que potentísimo; impulso de libroy de existencia: el amor, la maternidad, el acontecimiento continuo del lenguaje apartir de la observación de lo que rodea.Esa alternancia de la estructura del libro se repite también en el último de suspoemas, un canto a la persona amada y al valor de la vida en pareja que, sin embargo,lleva como colofón una cita de la escritora ucraniana muerta, en 1942, en elcampo de concentración de Auschwitz, Irène Némirovsky: “(…) no olvidar nuncaque la guerra acabará y que toda la parte histórica palidecerá. Tratar de introduciral máximo de cosas, de debates… que puedan interesar a la gente en 1952 o 2052”.Así que de nuevo emerge aquí el ágora, lo colectivo, junto a lo personal.El segundo elemento que hace posible la articulación exterior-interior en Queconcierne es, a mi modo de ver, el ritmo; raíz de esas formas de sonido de las que hablaJulieta Valero al principio del libro.Es este el ritmo de una emoción comunal/personal que se va desplegando enlos textos, a modo de ramificaciones. Por él parece levantado el poemario, su ir yvenir del yo a los otros; trashumancia solo en apariencia caótica, pues en realidades búsqueda de significado. Merced a él –a su inquietud y creatividad– se intentatrascender la representación, para lograr habitar los lugares más importantes: lo cotidiano(“la primera lluvia de septiembre” o “las avenidas ensanchadas”, p. 72 ) yel ágora o lo común.Las ramificaciones se presentan en forma de “relatos” –compuestos de imágenesy escritos en prosa poética– que nos hablan sobre vidas, momentos o personascorrientes (entre ellas, el yo poético). A lo largo de todo el libro, la autora refleja así,al menos en parte, esa “multitud” convertida en “centro” en los poemas, por lo quese mantiene fiel a su propia premisa inicial.Un tercer elemento de la articulación que describimos serían las imágenes que elpoemario presenta (las imágenes, como la música, constituyen un lenguaje universal).“Nos asista la imaginación”, escribe Valero al final del poema “Esa roca” (p.30). Y, de hecho, así sucede, pues la autora utiliza la imaginación a lo largo detodo el poemario para ir uniendo conceptos aparentemente no relacionados, conresultados tan desconcertantes como significativos: “lo insólito cursa como venenoencefálico” (p. 17); “proliferan los tetrabricks entre Venus y Marte” (p. 34) o “eljúbilo de los laboratorios” (p. 57), etc.Estas combinaciones sorpresivas son muy características de Valero, y podemosencontrarlas en todos sus libros anteriores [Altar de los días parados (2003), Los HeridosGraves (2005), Autoría (2010)]. Constituyen, como bien señala María Salgado en220

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