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nayagua

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por dejarlos oler tu bilis y tu miedopor llorary por amarel oscuro ministerio de lo ausente.En el transcurso del libro también hay tiempo para ocuparse de la voz más íntima de supoeta. Dándole importancia a lo que direcciona la belleza. Dice:256Olvido todo.Menos a un perro amado,menos su ternura,su enfermedad.Humo la memoria que lo trae de vueltaque desconoce mis manosy las horas felices.Son los perros los paisajes de su voz. La estatua perfecta que componen sus recuerdos. Sudebilidad perfecta. Ella y los animales parecen ser parte de una naturaleza dolida por la otraespecie a la que se pertenece en la inteligencia.Poeta de hondura extrema. No es solo lo que ve y nos transmite con sus imágenes. Es elcorazón de sus palabras que atraviesan la puerta de lo que es la poesía descriptiva hasta serla palabra que se entronca en algo más. Siempre en algo más.El libro está compuesto por dos unidades divididas más por esa peculiaridad entre lohostil y lo intimista. Un epígrafe de Edmond Jabés nos lleva hacia la nueva realidad: el vacíocomo concepto y aceptación, hasta alcanzar conceptos y versos tan bellos como:No hay fruto en la palabra florEste verso es ya un poema completo, complejo y dispuesto a cualquier reflexión, a tododespertar de la intuición.En el último poema parece haber un diálogo entre la primera y segunda parte del libro,donde los animales, el acto poético y la intimidad de la voz poética conviven:Cuando caiga la última palabrabajo el puente y entre los animales muertostodos puertos que hemos olvidado,aun existirá el recuerdo de la juventudpara constatar que se ha dejado la piel ante el templo.El amor como el más fiero de los maresnos devolverá a los pies el esqueleto tibiode lo que la vida reclamó para que la felicidad o el tediohicieran de nosotros.Ya para cuando leamos este poema, estaremos convencidos de que este libro es una obra hechacon paciencia y lentitud, como cuando uno mira pasar un otoño de otro otoño, y aunqueno puede mirar a los árboles para notar la exactitud con que caen las hojas, en un extraño ysutil guiño de ojos ya se han caído todas.Xavier Oquendo Troncoso

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