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nayagua

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162El poeta Idelfonso Rodríguez (León, 1952) puede parecer menos un modernistaque uno de los “últimos románticos” para quien la poesía (o escribir) no es tantoconsecuencia de una crisis existencial sino de una experiencia-límite. “Limaduradel imaginario que va paulatinamente desprendiéndose de sus elementos más literarios”(p. 95), su poesía parece regulada por una pasión subjetiva que no participade un mundo racionalizado. “El poema es político porque (…) funciona intencionadamentecomo meditación sobre sus medios” (p. 102).Por otra parte, la insubordinación es la forma que toma el modernismo en la poesíade Olvido García Valdés (Santianes de Pravia, 1950). Su escritura se niega a aceptarlas fuerzas de la representación y la inmovilidad, no se contenta con el sueño; busca losurreal en la medida en que ese dominio le permite reconciliarse. “El parpadeo seríaconsustancial a su poética (…) la indagación formal de sus poemas suele remitir (…)a una pregunta por la ausencia, la cual a menudo encuentra correlato en la propiaconstrucción sintáctica y semántica” (p. 120). La insubordinación se manifiesta en surechazo a cualquier forma instrumental de la mediación en nombre de algo fuera de símismo. “Sus poemas subrayan el vacío” (p. 124). En la poesía de García Valdés el mundono es refugio. La palabra ya no es la palabra de alguien, no está obligada a designarni dar voz a nadie; es fin en sí misma. “Decir, leer: abrazar modos de verdad” (p. 132).Por último, la escritura “en la balanza” (p. 143) de Miguel Casado (Valladolid,1954), es “acto desestabilizador” (p. 144), crítica de la dialéctica que aniquila la singularidadde las cosas al subsumirlas en conceptos. Heredero de Hölderlin, Mallarméy en general todos aquellos cuya poesía tiene la esencia de la poesía como tema,Casado evoca la maravilla inherente al acto de nombrar. Su palabra, “asimilación delo temporal a través de un cuidadoso montaje” (p. 155), da lo que significa, pero primerose suprime. Casado la priva de su realidad de carne y hueso, la hace ausente,la aniquila. La palabra de Casado es “reflexiva (…) porque reflexiona, pero tambiénporque refleja lo cotidiano” (p. 161).En Del parpadeo, la escritura no cesa. En el último ensayo, dedicado a la poética“del afuera”, se señala el camino a seguir, “una voluntad de apertura de espacios,de tránsito hacia lo fronterizo, como territorio de expansión y crecimiento” (p. 169).Los ensayos de Canteli son en esencia fragmentos. Su deriva sin rumbo es indicaciónde que, al no ser unificables, se adaptan a una determinada ausencia de totalidad.Su pensamiento pretende “interrumpir el flujo de lo esperado y devenir otro,flujo que es reflujo, siempre en proceso de reconsideración: tránsitos” (p. 176); suobra es “sutura, un afuera, desde el que pensar un lenguaje en tensión” (p. 182).

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