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Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

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44. En la mayor parte de las obras, que los fieles practican solamente para cumplir<br />

los mandamientos de Dios, como son obedecer a los padres, devolver el depósito,<br />

abstenerse del homicidio, hurto o fornicación, se justifican ciertamente los hombres,<br />

porque son obediencia a la ley y verdadera justicia de la ley; pero no obtienen con ellas<br />

acrecentamiento de las virtudes.<br />

45. El sacrificio de la Misa no por otra razón es sacrificio, que por la general con<br />

que lo es “toda obra que se hace para unirse el hombre con Dios en santa sociedad”.<br />

46. Lo voluntario no pertenece a la esencia y definición del pecado y no se trata<br />

de definición, sino de causa y origen, a saber: si todo pecado debe ser voluntario.<br />

47. De ahí que el pecado de origen tiene verdaderamente naturaleza de pecado, sin<br />

relación ni respecto alguno a la voluntad, de la que tuvo origen.<br />

48. El pecado de origen es voluntario por voluntad habitual del niño y<br />

habitualmente domina al niño, por razón de no ejercer éste el albedrío contrario de la<br />

voluntad.<br />

49. De la voluntad habitual dominante resulta que el niño que muere sin el<br />

sacramento de la regeneración, cuando adquiere el uso de la razón, odia a Dios<br />

actualmente, blasfema de Dios y repugna a la ley de Dios.<br />

50. Los malos deseos, a los que la razón no consiente y que el hombre padece<br />

contra su voluntad, están prohibidos por el mandamiento: No codiciarás [cf. Ex. 20,<br />

17].<br />

51. La concupiscencia o ley de la carne, y sus malos deseos, que los hombres<br />

sienten a pesar suyo, son verdadera inobediencia a la ley.<br />

52. Todo crimen es de tal condición que puede inficionar a su autor y a todos sus<br />

descendientes, del mismo modo que los inficionó la primera transgresión.<br />

53. En cuanto a la fuerza de la transgresión, tanto demérito contraen de quien los<br />

engendra los que nacen con vicios menores, como los que nacen con mayores.<br />

54. La sentencia definitiva de que Dios no ha mandado al hombre nada imposible,<br />

falsamente se atribuye a Agustín, siendo de Pelagio.<br />

55. Dios no hubiera podido crear al hombre desde un principio, tal como ahora<br />

nace.<br />

56. Dos cosas hay en el pecado: el acto y el reato; mas, pasado el acto, nada queda<br />

sino el reato, o sea la obligación a la pena.<br />

57. De ahí que en el sacramento del bautismo, o por la absolución del sacerdote,<br />

solamente se quita el reato del pecado, y el ministerio de los sacerdotes sólo libra del<br />

reato.<br />

58. El pecador penitente no es vivificado por el ministerio del sacerdote que le<br />

absuelve, sino por Dios solo, que al sugerirle e inspirarle la penitencia, le vivifica y<br />

resucita; mas por el ministerio del sacerdote sólo se quita el reato.<br />

59. Cuando, por medio de limosnas y otras obras de penitencia, satisfacemos a<br />

Dios por las penas temporales, no ofrecemos a Dios un precio digno por nuestros<br />

pecados, como imaginan algunos erróneamente (pues en otro caso seriamos, en parte al<br />

menos, redentores), sino que hacemos algo, por cuyo miramiento se nos aplica y<br />

comunica la satisfacción de Cristo.

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