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Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

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sino de modo acomodado a inteligencias finitas: esto es, Dios se manifiesta a ellas en<br />

cuanto tiene relación con ellas, como creador, provisor, redentor y santificador.<br />

Censura: El Santo Oficio juzgó que en estas proposiciones “en el propio sentido<br />

del autor deben ser reprobadas y proscritas, como por el presente decreto general las<br />

reprueba, condena y proscribe... Su Santidad aprobó y confirmó el decreto de los<br />

Emmos. Padres y mandó que fuera por todos guardado.”<br />

De la extensión de la libertad y sobre la acción ciudadana<br />

[De la Encíclica Libertas, praestantissimum, de 20 de junio de 1888]<br />

... Muchos finalmente no aprueban la separación de lo religioso y lo civil, pero<br />

juzgan que debe lograrse que la Iglesia se adapte a la época y se doble y acomode a lo<br />

que en el gobierno de los pueblos exige la moderna ciencia. Honesta sentencia, si se<br />

entiende de cierta equidad que puede ser compatible con la verdad y la justicia; es decir,<br />

que, averiguada la esperanza de algún grande bien, se muestre la Iglesia indulgente y<br />

conceda a los tiempos lo que, salva la santidad de su deber, les puede conceder. Pero<br />

otra cosa es si se trata de cosas y doctrinas que, contra todo derecho, han introducido el<br />

cambio de las costumbres y un juicio engañoso...<br />

Así, pues, de lo dicho se sigue que no es en manera alguna lícito pedir, defender<br />

ni conceder la libertad de pensar, escribir y enseñar, ni igualmente la promiscua libertad<br />

de cultos, como otros tantos derechos que la naturaleza haya dado al hombre. Porque si<br />

verdaderamente los hubiera dado la naturaleza, habría derecho a negar el imperio de<br />

Dios y por ninguna ley podría ser moderada la libertad humana. Síguese igualmente que<br />

esos géneros de libertad pueden ciertamente ser tolerados, si existen causas justas, pero<br />

con limitada moderación, a fin de que no degeneren en desenfreno e insolencia...<br />

Donde el poder sea opresor o amenace uno de tal naturaleza que vaya a tener al<br />

pueblo oprimido por injusta fuerza o a obligar a la Iglesia a carecer de la debida<br />

libertad, lícito es buscar otra forma de régimen, en que se conceda obrar con libertad;<br />

porque entonces no se ambiciona aquella libertad inmoderada y viciosa, sino que se<br />

pretende un alivio por causa de la salud de todos, y este sólo se hace para que donde se<br />

concede licencia para el mal, no se impida el poder de obrar honestamente.<br />

Tampoco es de suyo contra el deber preferir para el Estado un régimen<br />

democrático, quedando sin embargo a salvo la doctrina católica acerca del origen y<br />

ejercicio del poder público. La Iglesia no rechaza ninguno de los varios regímenes del<br />

Estado, con tal de que sean aptos para procurar el bien de los ciudadanos; pero sí quiere<br />

que cada uno se constituya —cosa que evidentemente manda la naturaleza— sin<br />

agravios de nadie y, sobre todo, dejando intactos los derechos de la Iglesia.<br />

Tomar parte en la gestión de los asuntos públicos, a no ser donde, por la condición<br />

de las circunstancias, se precava de otro modo, es cosa honesta; más aún, la Iglesia<br />

aprueba que cada uno aporte su trabajo para el provecho común y, por cuantos medios<br />

pueda, defienda, conserve y acreciente la prosperidad del Estado.<br />

Tampoco condena la Iglesia querer que la propia nación no sea esclava de nadie,<br />

ni de un extraño ni de un tirano, con tal de que pueda hacerse sin atentar contra la<br />

justicia. En fin, tampoco reprende a aquellos que intentan conseguir que sus Estados<br />

vivan de sus propias leyes y los ciudadanos gocen de la máxima facilidad de acrecentar<br />

sus provechos. La Iglesia acostumbró ser siempre fautora fidelísima de las libertades<br />

cívicas sin intemperancia; lo que atestiguan principalmente los Estados italianos que<br />

alcanzaron prosperidad, riquezas y renombre glorioso en el régimen municipal, en la

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