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Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

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es decir, para que el Hijo de Dios y el Hijo del hombre sea un solo Cristo. Igualmente el<br />

mismo Cristo, en estas dos naturalezas, existe en tres sustancias: del Verbo, que hay que<br />

referir a la esencia de solo Dios, del cuerpo y del alma, que pertenecen al verdadero<br />

hombre.<br />

Tiene, pues, en sí mismo una doble sustancia: la de su divinidad y la de nuestra<br />

humanidad. Éste, sin embargo, en cuanto salió de su Padre sin comienzo, sólo es nacido,<br />

pues no se toma por hecho ni por predestinado; mas, en cuanto nació de María Virgen,<br />

hay que creerlo nacido, hecho y predestinado. Ambas generaciones, sin embargo, son en<br />

Él maravillosas, pues del Padre fue engendrado sin madre antes de los siglos, y en el fin<br />

de los siglos fue engendrado de la madre sin padre. Y el que en cuanto Dios creó a<br />

María, en cuanto hombre fue creado por María: Él mismo es padre e hijo de su madre<br />

María. Igualmente, en cuanto Dios es igual al Padre; en cuanto hombre es menor que el<br />

Padre.<br />

Igualmente hay que creer que es mayor y menor que sí mismo: porque en la forma de<br />

Dios, el mismo Hijo es también mayor que sí mismo, por razón de la humanidad<br />

asumida, que es menor que la divinidad; y en la forma de siervo es menor que sí mismo,<br />

es decir, en la humanidad, que se toma por menor que la divinidad. Porque a la manera<br />

que por la carne asumida no sólo se toma como menor al Padre sino también a sí<br />

mismo; así por razón de la divinidad es igual con el Padre, y Él y el Padre son mayores<br />

que el hombre, a quien sólo asumió la persona del Hijo. Igualmente, en la cuestión<br />

sobre si podría ser igual o menor que el Espíritu Santo, al modo como unas veces se<br />

cree igual, otras menor que el Padre, respondemos: Según la forma de Dios, es igual al<br />

Padre y al Espíritu Santo; según la forma de siervo, es menor que el Padre y que el<br />

Espíritu Santo, porque ni el Espíritu Santo ni Dios Padre, sino sola la persona del Hijo,<br />

tomó la carne, por la que se cree menor que las otras dos personas. Igualmente, este<br />

Hijo es creído inseparablemente distinto del Padre y del Espíritu Santo por razón de su<br />

persona; del hombre, empero (v. l. asumido), por la naturaleza asumida. Igualmente,<br />

con el hombre está la persona; mas con el Padre y el Espíritu Santo, la naturaleza de la<br />

divinidad o sustancia. Sin embargo, hay que creer que el Hijo fue enviado no sólo por el<br />

Padre, sino también por el Espíritu Santo, puesto que Él mismo dice por el Profeta: Y<br />

ahora el Señor me ha enviado, y también su Espíritu [Is. 48, 16]. También se toma<br />

como enviado de sí mismo, pues se reconoce que no sólo la voluntad, sino la operación<br />

de toda la Trinidad es inseparable. Porque éste, que antes de los siglos es llamado<br />

unigénito, temporalmente se hizo primogénito: unigénito por razón de la sustancia de la<br />

divinidad; primogénito por razón de la naturaleza de la carne asumida.<br />

[De la redención.] En esta forma de hombre asumido, concebido sin pecado según la<br />

verdad evangélica, nacido sin pecado, sin pecado es creído que murió el que solo por<br />

nosotros se hizo pecado [2 Cor. 5, 21], es decir, sacrificio por nuestros pecados. Y, sin<br />

embargo, salva la divinidad, padeció la pasión misma por nuestras culpas y, condenado<br />

a muerte y a cruz, sufrió verdadera muerte de la carne, y también al tercer día,<br />

resucitado por su propia virtud, se levantó del sepulcro.<br />

Ahora bien, por este ejemplo de nuestra cabeza, confesamos que se da la verdadera<br />

resurrección de la carne (v. l.: con verdadera fe confesamos en la resurrección...) de<br />

todos los muertos. Y no creemos, como algunos deliran, que hemos de resucitar en<br />

carne aérea o en otra cualquiera, sino en esta en que vivimos, subsistimos y nos<br />

movemos. Cumplido el ejemplo de esta santa resurrección, el mismo Señor y Salvador<br />

nuestro volvió por su ascensión al trono paterno, del que por la divinidad nunca se había<br />

separado. Sentado allí a la diestra del Padre, es esperado para el fin de los siglos como<br />

juez de vivos y muertos. De allí vendrá con los santos ángeles, y los hombres, para

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