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Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

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previa o no la resurrección de muchos justos, ha de venir visiblemente para reinar en la<br />

tierra.<br />

Resp.: El sistema del milenarismo mitigado no puede enseñarse con seguridad.<br />

De la presencia de Cristo en los misterios de la Iglesia<br />

[De la Encíclica Mediator Dei, de 20 de noviembre de 1947]<br />

En toda acción litúrgica Juntamente con la Iglesia está presente su divino<br />

Fundador; presente está Cristo en el augusto Sacrificio del altar, ora en la persona de sus<br />

ministros, ora sobre todo bajo las especies eucarísticas; presente está en los sacramentos<br />

por su virtud, la cual trasfunde en ellos, como instrumentos para producir. la santidad;<br />

presente está finalmente en las alabanzas y súplicas elevadas a Dios, según su palabra:<br />

Dondequiera hay dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos [Mt.<br />

18, 20]...<br />

Por eso el año litúrgico, al que alimenta y acompaña la piedad de la Iglesia, no es<br />

fría e inerte representación de cosas que pertenecen a tiempos pasados, ni mero y<br />

desnudo recuerdo de una edad anterior. Sino que es más bien Cristo mismo que sigue en<br />

su Iglesia y continúa aquel camino de su inmensa misericordia que Él mismo inició en<br />

esta vida mortal, cuando pasaba haciendo bien, con el piadosísimo designio de que las<br />

almas de los hombres se pusiesen en contacto con sus misterios, y por ellos, en cierto<br />

modo, vivieran. Los cuales misterios, por cierto, están constantemente presentes y obran<br />

a la manera no indeterminada y medio oscura de que hablan neciamente algunos<br />

escritores modernos, sino de la manera que nos enseña la doctrina católica; pues, según<br />

sentir de los Doctores de la Iglesia, son no solamente ejemplos eximios de cristiana<br />

perfección, sino fuentes también de la divina gracia, por los méritos y oraciones de<br />

Cristo, y por su efecto perduran en nosotros, como quiera que cada uno, según su<br />

índole, es a su modo causa de nuestra salvación.<br />

De la genuina noción de la Liturgia<br />

[De la misma Encíclica Mediator Dei, de 20 de noviembre de 1947]<br />

La sagrada Liturgia, consiguientemente, constituye el culto público que nuestro<br />

Redentor, Cabeza de la Iglesia, tributa al Padre celestial y el que la sociedad de los<br />

fieles tributa a su Fundador y por Él al eterno Padre; y, para decirlo todo brevemente,<br />

constituye el culto público íntegro del Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, de la<br />

Cabeza y de sus miembros...<br />

Por eso, totalmente se desvían de la verdadera y genuina noción e idea de la<br />

Liturgia, quienes la consideran sólo como la parte externa y sensible del culto divino o<br />

un bello aparato de ceremonias; y no yerran menos quienes la reputan como un conjunto<br />

de leyes y preceptos con que la jerarquía eclesiástica manda que se cumplan y ordenen<br />

los ritos sagrados.<br />

De la relación entre la vida ascética y la piedad de la Liturgia<br />

[De la misma Encíclica Mediator Dei, de 20 de noviembre de 1947]<br />

Consiguientemente, en la vida espiritual, no puede darse discrepancia ni oposición<br />

alguna entre la acción divina que infunde la gracia en las almas para perpetuar nuestra<br />

redención y la simultánea y laboriosa cooperación del hombre, que no ha de hacer vano<br />

el don de Dios [cf. 2 Cor. 6, l]; tampoco entre la eficacia del rito externo de los<br />

sacramentos que proviene ex opere operato y el acto meritorio de aquellos que los<br />

administran o reciben, acto que llamamos opus operantis, y por modo semejante, entre<br />

las súplicas públicas y las oraciones privadas; entre la recta manera de obrar y la

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