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Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

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consentido a dichas violencias o que no pueden jurar haber consentido, y ver que son<br />

almas que aprovechan en el camino interior; sino que yo tomaría la regla de cierta luz,<br />

superior al actual conocimiento humano y teológico, que me hace conocer ciertamente<br />

con interna certeza que tal operación es violencia; y estoy cierto que esta luz procede de<br />

Dios, porque llega a mí unida con la certeza de que proviene de Dios y no me deja ni<br />

sombra de duda en contra; del mismo modo que sucede alguna vez que al revelar Dios<br />

algo, da al mismo tiempo certeza al alma de que es Él quien revela, y el alma no puede<br />

dudar en contrario.<br />

54. Los espirituales de la vía ordinaria se hallarán en la hora de la muerte<br />

desengañados y confundidos y con todas sus pasiones por purgar en el otro mundo.<br />

55. Aunque con mucho sufrimiento, por este camino interior se llega a purgar y<br />

extinguir todas las pasiones, de modo que ya nada se siente en adelante, nada, nada: ni<br />

se siente ninguna inquietud, como un cuerpo muerto; ni el alma se deja conmover más.<br />

56. Las dos leyes y las dos concupiscencias (una del alma y otra del amor propio),<br />

duran tanto tiempo cuanto dura el amor propio; de ahí que cuando éste está purgado y<br />

muerto, como sucede por medio del camino interior, ya no se dan más aquellas dos<br />

leyes y dos concupiscencias ni en adelante se incurre en caída alguna, ni se siente ya<br />

nada, ni siquiera un pecado venial.<br />

57. Por la contemplación adquirida se llega al estado de no cometer más pecados,<br />

ni mortales ni veniales.<br />

58. A tal estado se llega, no reflexionando más sobre las propias acciones; porque<br />

los defectos nacen de la reflexión.<br />

59. El camino interior está separado de la confesión, de los confesores, de los<br />

casos de conciencia y de la teología y filosofía.<br />

60. A las almas aprovechadas, que empiezan a morir a las reflexiones y llegan<br />

hasta estar muertas, Dios les hace alguna vez imposible la confesión y la suple Él<br />

mismo con tanta gracia perseverante como recibirían en el sacramento; y por eso, a<br />

estas almas no les es bueno acercarse en tal caso al sacramento de la penitencia, porque<br />

eso es en ellas imposible.<br />

61. Cuando el alma llega a la muerte mística, no puede querer otra cosa que lo que<br />

Dios quiere, porque no tiene ya voluntad, y Dios se la quitó.<br />

62. Por el camino interior se llega al continuo estado inmoble en la paz<br />

Imperturbable.<br />

63. Por el camino interior se llega también a la muerte de los sentidos; es más, la<br />

señal de que uno permanece en el estado de la nihilidad, esto es, de la muerte mística, es<br />

que los sentidos no le representen ya cosas sensibles; de ahí que son como si no fuesen,<br />

pues no llegan a hacer que el entendimiento se aplique a ellas.<br />

64. El teólogo tiene menos disposición que el hombre rudo para el estado<br />

contemplativo; primero, porque no tiene la fe tan pura; segundo, porque no es tan<br />

humilde; tercero, porque no se cuida tanto de su salvación; cuarto, porque tiene la<br />

cabeza repleta de fantasmas, especies, opiniones y especulaciones y no puede entrar en<br />

él la verdadera luz.<br />

65. A los superiores hay que obedecerles en lo exterior, y la extensión del voto de<br />

obediencia de los religiosos sólo alcanza a lo exterior. Otra cosa es en el interior,<br />

adonde sólo entran Dios y el director.

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