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Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

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60. Por los sufrimientos de los Santos, comunicados en las indulgencias,<br />

propiamente no se redimen nuestras culpas; sino que, por la comunión de la caridad, se<br />

nos distribuyen los sufrimientos de aquéllos, a fin de ser dignos de que, por el precio de<br />

la sangre de Cristo, nos libremos de las penas debidas a los pecados.<br />

61. La famosa distinción de los doctores, según la cual, de dos modos se cumplen<br />

los mandamientos de la ley divina, uno sólo en cuanto a la sustancia de las obras<br />

mandadas, otro en cuanto a determinado modo, a saber, en cuanto pueden conducir al<br />

que obra al reino eterno (esto es, por modo meritorio), es imaginaria y debe ser<br />

reprobada.<br />

62. También ha de ser rechazada la distinción por la que una obra se dice de dos<br />

modos buena, o porque es recta y buena por su objeto y todas sus circunstancias (la que<br />

suele llamarse moralmente buena), o porque es meritoria del reino eterno, por proceder<br />

de un miembro vivo de Cristo por el Espíritu de la caridad.<br />

63. Pero recházase igualmente la otra distinción de la doble justicia, una que se<br />

cumple por medio del Espíritu inhabitante de la caridad en el alma; otra que se cumple<br />

ciertamente por inspiración del Espíritu Santo que excita el corazón a penitencia, pero<br />

que no inhabita aún el corazón ni derrama en él la caridad por la que se puede cumplir<br />

la justificación de la ley divina.<br />

64. También, la distinción de la doble vivificación; una en que es vivificado el<br />

pecador, al serle inspirado por la gracia de Dios el propósito e incoación de la<br />

penitencia y de la vida nueva; otra, por la que se vivifica el que verdaderamente es<br />

justificado y se convierte en sarmiento vivo en la vid que es Cristo, es igualmente<br />

imaginaria y en manera alguna conviene con las Escrituras.<br />

65. Sólo por error pelagiano puede admitirse algún uso bueno del libre albedrío, o<br />

sea, no malo, y el que así siente y enseña hace injuria a la gracia de Cristo.<br />

66. Sólo la violencia repugna a la libertad natural del hombre.<br />

67. El hombre peca, y aun de modo condenable, en aquello que hace por<br />

necesidad.<br />

68. La infidelidad puramente negativa en aquellos entre quienes Cristo no ha sido<br />

predicado, es pecado.<br />

69. La justificación del impío se realiza formalmente por la obediencia a la ley y<br />

no por oculta comunicación e inspiración de la gracia que, por ella, haga a los<br />

justificados cumplir la ley.<br />

70. El hombre que se halla en pecado mortal, o sea, en reato de eterna<br />

condenación, puede tener verdadera caridad; y la caridad, aun la perfecta, puede ser<br />

compatible con el reato de la eterna condenación.<br />

71. Por la contrición, aun unida a la caridad perfecta y al deseo de recibir el<br />

sacramento, sin la actual recepción del sacramento, no se remite el pecado, fuera del<br />

caso de necesidad o de martirio.<br />

72. Las aflicciones de los justos son todas absolutamente venganza de sus<br />

pecados; de aquí que lo que sufrieron Job y los mártires, a causa de sus pecados lo<br />

sufrieron.<br />

73. Nadie, fuera de Cristo, está sin pecado original; de ahí que la Bienaventurada<br />

Virgen María murió a causa del pecado contraido de Adán, y todas sus aflicciones en<br />

esta vida, como las de los otros justos, fueron castigos del pecado actual u original.

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