12.05.2013 Views

Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

con cuán reprobable consejo haya sido todo eso excogitado... no hace falta largo<br />

discurso para demostrarlo, con que se recuerde la naturaleza y el origen de la doctrina<br />

que enseña la Iglesia. Dice a este propósito el Concilio Vaticano: “Y jamás hay que<br />

apartarse...” [v. 1800] .<br />

Y la historia de todas las edades pretéritas es testigo de que esta Sede Apostólica,<br />

a quien fue concedido no sólo el magisterio, sino también el régimen supremo de toda<br />

}a Iglesia, se mantuvo constantemente adherida al mismo dogma, al mismo sentido, a la<br />

misma sentencia [Concilio Vaticano, v. 1800]; mas en cuanto a la disciplina de la vida,<br />

de tal manera acostumbró siempre moderarse que, mantenido incólume el derecho<br />

divino, jamás desatendió las costumbres y modos de tan varias gentes como ella<br />

comprende. ¿Y quién dudará de que también ahora lo ha de hacer, si así lo exige la<br />

salvación de las almas? Mas esto no ha de ser determinado al arbitrio de los individuos<br />

particulares, que de ordinario se engañan con apariencia de bien, sino que es menester<br />

dejarlo al juicio de la Iglesia...<br />

En la causa, sin embargo, de que hablamos, querido Hijo Nuestro, lo que trae más<br />

peligro y es más perjudicial a la doctrina y disciplina católica es el consejo aquel de los<br />

seguidores de novedades por el que piensan que hay que introducir en la Iglesia una<br />

especie de libertad, de suerte que, restringida en cierto modo la fuerza y vigilancia del<br />

poder, sea lícito a los fieles entregarse algo más ampliamente a su natural y a la virtud<br />

activa...<br />

Todo magisterio externo es rechazado como superfluo y hasta como menos útil<br />

por aquellos que se dedican a alcanzar la perfección cristiana: ahora —dicen— infunde<br />

el Espíritu Santo en las almas de los fieles más amplios y abundantes carismas que en<br />

los tiempos pasados, y les enseña y los conduce, sin intermedio de nadie, por cierto<br />

misterioso instinto...<br />

Sin embargo, si se considera a fondo el asunto, quitado también todo director<br />

externo, apenas se ve en la sentencia de los innovadores a que debe referirse ese más<br />

abundante influjo del Espíritu Santo, que tanto exaltan. Ciertamente, es absolutamente<br />

necesario el auxilio del Espíritu Santo, sobre todo para cultivar las virtudes; pero los que<br />

gustan de seguir las novedades, alaban más de la medida las virtudes naturales, como si<br />

éstas respondieran mejor a las costumbres y necesidades de la época presente y valiera<br />

más estar adornado de ellas, pues preparan mejor y hacen al hombre más fuerte para la<br />

acción. Difícil ciertamente se hace de entender cómo quienes están imbuídos de la<br />

sabiduría cristiana, pueden anteponer las virtudes naturales a las sobrenaturales y<br />

atribuirles mayor eficacia y fecundidad...<br />

Con esta sentencia sobre las virtudes naturales está estrechamente unida otra, por<br />

la que todas las virtudes cristianas se dividen como en dos géneros, en pasivas, como<br />

dicen, y en activas, y añaden que aquéllas convienen mejor a las edades pasadas, y que<br />

éstas se adaptan más a la presente... Ahora bien, sólo tendrá las virtudes cristianas por<br />

acomodadas unas a unos tiempos y otras a otros, quien no recuerde las palabras del<br />

Apóstol: A quienes de antemano conoció, a éstos predestinó para hacerse conformes a<br />

la imagen de su Hijo [Rom. 8, 29]. El maestro y ejemplar de toda santidad es Cristo, a<br />

cuya regla es preciso que se adapten todos los que han de ser colocados en los asientos<br />

de los bienaventurados. Ahora bien, Cristo no cambia con el curso de los siglos, sino<br />

que es el mismo ayer y hoy y por los siglos [Hebr. 13, 8]. A los hombres, pues, de todas<br />

las edades pertenece su palabra: Aprended de mí, porque soy manso y humilde de<br />

corazón [Mt. 11, 29]; y en todo tiempo se nos muestra Cristo hecho obediente hasta la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!