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Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

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escudriñarlo por los ojos humanos, nada puede ciertamente estatuirse acerca de la<br />

dignidad e integridad de cada uno ni, consiguientemente, sobre la comida más frecuente<br />

o diaria de este pan vital.<br />

Y, por tanto, por lo que a los negociantes mismos atañe, el frecuente acceso a<br />

recibir el sagrado alimento ha de dejarse al juicio de los confesores, que son los que<br />

escudriñan los secretos del corazón, los cuales deberán prescribir a los negociantes<br />

laicos y casados lo que vieren ha de ser provechoso a la salvación de ellos, atendida la<br />

pureza de sus conciencias, el fruto de la frecuencia de la comunión y el adelantamiento<br />

en la piedad.<br />

Mas en los casados adviertan además que, no queriendo el bienaventurado<br />

Apóstol que mutuamente se defrauden, sino de común acuerdo por un tiempo, para<br />

dedicarse a la oración [1 Cor. 7, 5], deben amonestarles seriamente cuánto más han de<br />

darse a la continencia por reverencia a la sacratísima Eucaristía y con cuánta mayor<br />

pureza de alma han de acudir a la comunión de los celestes manjares.<br />

La diligencia, pues, de los pastores vigilará sobre todo no en que algunos sean<br />

apartados de la frecuente o diaria recepción de la sagrada Comunión por una fórmula<br />

única de mandato, ni que se establezcan días en que de modo general haya de recibirse,<br />

sino piensen más bien que a ellos les toca discernir por si o por los párrocos y<br />

confesores qué haya de permitirse a cada uno; y de modo absoluto prohiban que nadie,<br />

ora se acerque frecuentemente, ora diariamente, sea rechazado del sagrado convite; y,<br />

no obstante, pongan empeño porque cada uno, según la medida de la devoción y<br />

preparación, dignamente guste con mayor o menor frecuencia la suavidad del cuerpo del<br />

Señor.<br />

Debe igualmente advertirse a las monjas que piden diariamente la comunión, que<br />

comulguen en los días prescritos por la regla de su orden; mas si algunas brillaren por la<br />

pureza de su alma y se encendieren por el fervor de espíritu de forma que puedan<br />

parecer dignas de más frecuente o diaria recepción del Santísimo Sacramento, séales<br />

permitido por los superiores.<br />

Aprovechará también, aparte la diligencia de los párrocos y confesores, valerse<br />

igualmente de la ayuda de los predicadores v ponerse de acuerdo con ellos para que<br />

cuando los fieles (como deben hacerlo) llegaren a la frecuencia del Santísimo<br />

Sacramento, les dirijan inmediatamente la palabra sobre la grande preparación que para<br />

recibirlo se requiere y muestren de modo general que quienes se sienten movidos por<br />

devoto deseo de ]a recepción más frecuente o diaria de la comida saludable, ora sean<br />

negociantes laicos, ora casados o cualesquiera otros, deben reconocer su propia<br />

flaqueza, a fin de que por la dignidad del Sacramento y por el temor del juicio divino<br />

aprendan a reverenciar la mesa celeste en que está Cristo, y si alguna vez se sienten<br />

menos preparados, sepan abstenerse de ella y disponerse para mayor preparación.<br />

Los obispos, empero, en cuyas diócesis está vigorosa tal devoción hacia el<br />

Santísimo Sacramento, den gracias a Dios por ella, y ellos deberán alimentarla,<br />

empleando la templanza de su prudencia y de su juicio, y se persuadirán sobre todo que<br />

su deber les pide no perdonar trabajo ni diligencia para quitar toda sospecha de<br />

irreverencia y de escándalo en la recepción del Cordero verdadero e inmaculado y<br />

porque las virtudes y dones se acrecienten en los que lo reciben; lo cual sucederá<br />

copiosamente si aquellos que, por beneficio de la gracia divina, sienten este devoto<br />

deseo, y quieren más frecuentemente fortalecerse con este pan sacratísimo, se<br />

acostumbraren a emplear sus fuerzas y a probarse a si mismos con temor y caridad...

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