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Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

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cuarta; protestando manifiestamente que no hay cosa alguna que sea Padre e Hijo y<br />

Espíritu Santo, ni hay esencia, ni sustancia, ni naturaleza; aunque concede que el Padre<br />

y el Hijo y el Espíritu Santo son una sola esencia, una sustancia y una naturaleza. Pero<br />

esta unidad confiesa no ser verdadera y propia, sino colectiva y por semejanza, a la<br />

manera como muchos hombres se dicen un pueblo y muchos fieles una Iglesia, según<br />

aquello: La muchedumbre de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma [Act.<br />

4, 32]; y: El que se une a Dios, es un solo espíritu con Él [1 Cor. 6, 17]; asimismo: El<br />

que planta y el que riega son una misma cosa [1 Cor. 3, 8]; y: Todos somos un solo<br />

cuerpo en Cristo [Rom. 12, 5]; nuevamente en el libro de los Reyes [Ruth]: Mi pueblo y<br />

tu pueblo son una cosa sola [Ruth, l, 16]. Mas para asentar esta sentencia suya, aduce<br />

principalmente aquella palabra que Cristo dice de sus fieles en el Evangelio: Quiero,<br />

Padre, que sean una sola cosa en nosotros, como también nosotros somos una sola<br />

cosa, a fin de que sean consumados en uno solo [Ioh. 17, 22 s]. Porque (como dice) no<br />

son los fieles una sola cosa, es decir, cierta cosa única, que sea común a todos, sino que<br />

son una sola cosa de esta forma, a saber, una sola Iglesia por la unidad de la fe católica,<br />

y, finalmente, un solo reino por la unidad de la indisoluble caridad, como se lee en la<br />

Epístola canónica de Juan Apóstol: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo,<br />

el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, y los tres son una sola cosa [1 Ioh. 5, 7], e<br />

inmediatamente se añade: Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el<br />

agua y la sangre: y estos tres son una sola cosa [1 Ioh. 5, 8], según se halla en algunos<br />

códices.<br />

Nosotros, empero, con aprobación del sagrado Concilio, creemos y confesamos con<br />

Pedro Lombardo que hay cierta realidad suprema, incomprensible ciertamente e<br />

inefable, que es verdaderamente Padre e Hijo y Espíritu Santo; las tres personas<br />

juntamente y particularmente cualquiera de ellas y por eso en Dios sólo hay Trinidad y<br />

no cuaternidad, porque cualquiera de las tres personas es aquella realidad, es decir, la<br />

sustancia, esencia o naturaleza divina; y ésta sola es principio de todo el universo, y<br />

fuera de este principio ningún otro puede hallarse. Y aquel ser ni engendra, ni es<br />

engendrado, ni procede; sino que el Padre es el que engendra; el Hijo, el que es<br />

engendrado, y el Espíritu Santo, el que procede, de modo que las distinciones están en<br />

las personas y la unidad en la naturaleza. Consiguientemente, aunque uno sea el Padre,<br />

otro, el Hijo, y otro, el Espíritu Santo; sin embargo, no son otra cosa, sino que lo que es<br />

el Padre, lo mismo absolutamente es el Hijo y el Espíritu Santo; de modo que, según la<br />

fe ortodoxa y católica, se los cree consustanciales. El Padre, en efecto, engendrando ab<br />

aeterno al Hijo, le dio su sustancia, según lo que Él mismo atestigua: Lo que a mi me<br />

dio el Padre, es mayor que todo [Ioh. 10, 29]. Y no puede decirse que le diera una parte<br />

de su sustancia y otra se la retuviera para sí, como quiera que la sustancia del Padre es<br />

indivisible, por ser absolutamente simple. Pero tampoco puede decirse que el Padre<br />

traspasara al Hijo su sustancia al engendrarle, como si de tal modo se la hubiera dado al<br />

Hijo que no se la hubiera retenido para sí mismo, pues de otro modo hubiera dejado de<br />

ser sustancia. Es, pues, evidente que el Hijo al nacer recibió sin disminución alguna la<br />

sustancia del Padre, y así el Hijo y el Padre tienen la misma sustancia: y de este modo,<br />

la misma cosa es el Padre y el Hijo, y también el Espíritu Santo, que procede de ambos.<br />

Mas cuando la Verdad misma ora por sus fieles al Padre, diciendo: Quiero que ellos<br />

sean una sola cosa en nosotros, como también nosotros somos una sola cosa [Ioh. 17,<br />

22], la palabra unum (una sola cosa), en cuanto a los fieles, se toma para dar a entender<br />

la unión de caridad en la gracia, pero en cuanto a las personas divinas, para dar a<br />

entender la unidad de identidad en la naturaleza, como en otra parte dice la Verdad:<br />

Sed... perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto [Mt. 5, 48], como si más<br />

claramente dijera: Sed perfectos por perfección de la gracia, como vuestro Padre

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