Sagrada Familia de Jesús, María y José, Ciclos ... - Autores Catolicos

HISTORIA
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Aurelia educadora de nobles
Seny.-El fondo moral de todas las actividades individuales y colectivas.
“La política laboral es más política que economía, el paro y la crisis
son más fruto de la corrupción política y de la perversión de las democracias
que de las circunstancias del mercado”. (Pablo Castellano: Epoca, nº 1312).
“Julio César (Caius Iulius Caesar) nació en Roma el
13 de julio del año 101. Originario de una vieja cepa
patricia, jamás olvidará la legendaria nobleza de su
linaje que, gracias a las fantasías de la etimología
antigua, se remontaba hasta Yulo (Iule), hijo de Eneas.
Su padre, que era sobrino, hermano y primo de cónsules,
murió súbitamente el año 86 sin haber pasado de pretor.
Su madre, Aurelia, pertenecía a la familia de los
Aurelii Cottae, de la cual tres hermanos, probablemente
primos germánicos, se sucedieron en el consulado, el
75, el 74 y el 65. Aurelia, por su inteligencia, la
pureza de sus costumbres y la nobleza de su carácter,
ha merecido que Tácito la haya comparado con Cornelio,
madre de los Gracos. Al enviudar era madre de César,
que contaba quince años, y de una niña que había de ser
abuela del futuro emperador Augusto. Aurelia educó a
uno y a otra, observando estrictamente los deberes que
obligaban a la matrona romana: el orden irreprochable
de su casa y la instrucción de sus hijos: “tueri domun
el inservire líberis”.
“Tuvo ella buen cuidado de desarrollar,
disciplinándola, la fuerza física de aquel hermoso
muchacho de ojos negros y expresivos, de pálida piel y
talla esbelta. Vigiló las diversiones del adolescente,
reguló sus juegos, que hicieron de él una especie de
atleta resistente y atrevido, vigoroso y sobrio. Al
mismo tiempo, si debió resignarse, quizá con una
secreta complacencia, a la coquetería, a las
calaveradas y a la prodigalidad del joven César, no fue
antes de haber amueblado y ornado un espíritu del que
ella admiraba sus dones y la juvenil expansión. Los
profesores que ella escogió para él, cuyas lecciones él
completaría más adelante en Rodas y en Atenas, tuvieron
la oportunidad de enseñar a un alumno prodigio. César
dominó fácilmente las dos lenguas de la civilización
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