Sagrada Familia de Jesús, María y José, Ciclos ... - Autores Catolicos

alcanzarle, han de lograr por su amor: Dios es tesoro y
meta, sin comparación y sin par. María es el modelo,
nuestro escudo protector: “A ti una espada te ha de
traspasar el alma”, (Lc 2). Y el destino de María tiene
todo aquel que quiera tener a Dios por estrella de su
humano caminar. María es madre, alma y modelo de cada
alma de niño, que todo humano lleva dentro.
Todos son llamados, emplazados por Dios mismo a
ganarse gloria y dicha, la vida que no termina.
Ahí estamos nosotros, y todos los hombres que
vengan al mundo como un reguero de vida destinada a ser
galaxia de hijos de Dios. San Pablo nos sorprende
pintándonos cómo hemos de ser: qué es ser hombre
después de haber venido Dios a decirnos lo que somos.
Nos llama “pueblo elegido de Dios”, nos exige un
“uniforme” que nos distingue y nos viste de
“misericordia entrañable”, porque es tanta la miseria
que tiene el hombre de por sí que hemos de sentir mucha
pena viéndolos ser como son; “la bondad y la dulzura y
también la comprensión”, nos la viste como prenda.
Amantes de todo bien, de todo progreso bueno, de la
mejor elegancia de que seamos capaces, hemos de amar lo
mejor que podamos tener. La “dulzura” aunque pueda
costar cara es el color de la verdad que de Dios mismo
dimana. Por eso la miel de la victoria ganada sobre una
cruz, en una lucha feroz en una esforzada carrera,
sabe, como dicen, bien...a gloria, que ya es decir. La
dulzura y también la compren-sión. Comprender qué son
las cosas en su sentido divino, y los vicios que
pervierten la ruta de la esperanza de poder tocar a
Dios. Hemos de saber que somos, sin lucha, un saco de
vicios; sin agua, la suciedad; sin perdón, el pecado.
Siendo nosotros así,y los demás son humanos, hemos de
tener muy claro, que los demás necesitan de la gracia
del Señor para lavar sus pecados y para tener la
presencia que requiere el Creador de todo bien y
bondad.
Hemos de ser todos hijos (los padres, lo hijos,
las autoridades civiles y las religiosas), todos hemos
de ser hechos por el Espíritu Santo en el seno de
María, que con sus manos de esposa unida al Dios
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