Sagrada Familia de Jesús, María y José, Ciclos ... - Autores Catolicos

nuestra sociedad. Adolfo Suárez, el franquista, logró
convencer a los antifranquistas de que depositaran en
él su confianza para poner el cambio en marcha” (2). A
falta de solidez intelectual, el ambicioso Suárez tenía
espíritu aventurero lo que le congraciaba con un
monarca con tendencia a las emociones fuertes, que, a
título de anécdota, aún recuerda como los buenos
tiempos aquellos, “en que era formidable recorrer
Madrid en moto, con el casco puesto para conservar el
anonimato. A veces me lo quitaba delante de un semáforo
y la gente de los coches de al lado se quedaba
paralizada”.
“La inclusión de Adolfo Suárez en la terna del
Consejo del Reino es una jugada maestra de elaborado
maquiavelismo y donde la figura de Torcuato brilla con
perfil más sinuoso. (5) Desde el principio, el nombre
de Adolfo Suárez es introducido de relleno. Cada uno
de los tres candidatos representa a una familia del
régimen: democristianos, tecnócratas y azules. “La
última lección se realizó en un clima de extraordinaria
cordialidad y de abierta satisfacción”. No existian
enemigos: Fraga y Areilza, los únicos capaces de
crispar a la mayoría del Consejo estaban eliminados.
“Ricardo de la Cierva, que lusego sería ministro de
cultura de Suárez, en memorable artículo, calificó el
nombramiento de “inmenso error”. (3)
Notas.
1.- Pilar y Alfonso Fernández Miranda.
2.- Todo el lenguaje de propio de adolescentes,
frívolos, traidores y mafiosos. Toda una nación
colocada bajo una pepelina: democracia y así sumando
simplezas. Torcuato debe ser malo. Todo los demás
tontos, niñoides, garotos. Engañando a todo el mundo
menos a los enemigos de la civilización de Occidente.
3.-No se puede esperar nada mejor de una inmensa
intriga de truhanes que engañan a Franco, a las Cortes,
y al toda la nación. Tienen madera dictatorial, que
uqieren ellos formar la nación no a la sombra de la
jussticia y del bien, sino de unas modas, unas poses,
en las cuales ellos son las bailarinas. Enrique de
Diego lo dice de otro modo: “llegaba a la cúspide del
poder un nuevo biotipo: el politico profesional. Adolfo
Suárez, abulense, de Cebreros, no había tenido otra
profesión que la política. Bien mirado, lo mismo le
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