Sagrada Familia de Jesús, María y José, Ciclos ... - Autores Catolicos

(Se olvida demasiado que los hechos ni se cuestionan ni
se discuten, se aceptan. Puesto que discutir el frío de
los polos y cuestionarlo es propio de locos).
No hay conversación (eliminemos la palabra diálogo
que está gastada), si uno habla, el otro por lo general
no entiende puesto que las apreciaciones sulen ser
complicadas, y si ese interlecutor, entre lo que no oye
y lo que no entiende, estamos ante una grave asunto.
Nuestro interlocutor entre que ni acepta los hechos y,
por encima contesta lo que le parece, estamos entre un
tremedal o tormenta de arena. Yo he conocido un buen
millón de personajes que hablan, escuchan, no
entienden, y contestan. ¡Dominatio dominationis
flatulentae¡
La comunicación supone dos seres completos, dos
personas completas y capaces de esto. Si uno se asocia
o casa con una de estas personas es que ni es persona,
ni capaz ni de contraer matrimonio, ni de hablar con
nadie. En este caso, se entienden muchas nulidades
matrimoniales, que lo único que delatan es que ni son
personas, ni tuvieron noviazgo sino un tiempo de
fornicación; y por lo mismo está moralmente
desquiciadas y, de entrada, una nulidad no les arregla
ni la persversión ni su dudosa normalidad. No ha de
olvidarse que, para la fornicación en cuanto tal, no se
necesitan demasiada moral de comunicación. Por otra
parte me temo que la nulidad, lo mejor, es que sea para
siempre. El causante un matrimonio nulo, debe
considerarse irreversible. Y no sólo por si es o no; si
no al menos como castigo. El que se atreve a nulificar
un matrimonio, no es capaz, por la sencilla razón que
el que miente una vez, puede mentir siempre; y no debe
exponerse un matrimonio a nulidad.
La comunicación, la conversación, es un medio que la
buena persona necesita emplear para poder tratar y ser
tratada debidamente. Pero la dominatio dominationis
flatulentiae fatuae no manifiesta más que un globo de
colores.
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