Sagrada Familia de Jesús, María y José, Ciclos ... - Autores Catolicos

ESTUDIO
I-15-
La libertad y la egolatría autista
Seny.-Isabely Fontana, modelo.
“Como en Estados Unidos el aborto era legal, me incentivaron con toda
naturalidad, pero yo les contesté: Se han vuelto locos. Lo que más quiero en
el mundo es este niño. Ya lo amo”. (LA GACETA, 10-10-10).
El hombre tiene que guiarse conforme a lo verdadero,
o lo que es moral, (no puede asumir como guía de su
vida cualquier cosa, ya sea moral o inmoral). La verdad
como conformidad con la realidad y buen sentido,
especialmente en lo que a la humanidad nuestra atañe,
no cae sin más de cajón, es preciso descubrirla y
ejercitarse en sus caminos. Por lo tanto el racional no
puede ejercitar su libertad como si no lo fuera, o sea
como si irracional fuera, o como la bombonera. Bien es
verdad que el vulgo llama reprimido al que se guía por
el buen sentido, es como si prefiriese el caos y la
orgía y el desatino al buen orden, la honestidad
honorable, y al uso razonable de los instintos.
No descartamos que las personas ante los bienes
excelentes que piden nuestro esfuerzo e incluso
inmolación, decidamos dejarnos llevar por la corriente
turbulenta. El peligro en el que estamos los humanos no
es en absoluto pequeño, ni tampoco remoto. Estamos
siempre a pique del relajo.
Bien sabemos que es obvio y verdadero que la verdad
no tiene por qué ser idéntificada con nuestros antojos.
Suele ser al tiempo que excelente y con buen rostro,
exigente y severa, o mejor: exacta, precisa,
determinada, con distingos. No se entrega al desalmado
ni al caprichoso y taimado. Por lo tanto, lo ordinaro –
con el que hay que contar- es que nos pida renuncia.
Por otro lado, sólo en cuanto a su conocimiento, son
muchísimas infinitas las posibilidades de desacierto en
blancos tan precisos. Cuideémonos ser hombres masa,
pues en temas de importancia tenemos fácil el recurso
al desdén. Y además ni los votos ni las mayorías, ni
siquiera las minorías, de por sí, nada aseguran. La
verdad al fin, la verdad absoluta, es la realidad
misma.
En fin: decir que no, no es reprimirse, sino
imprimirse en el acierto si cierto es lo decidido.
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