Sagrada Familia de Jesús, María y José, Ciclos ... - Autores Catolicos

ideología con las llamaradas solares del infierno
diabólico-ideológico. Pero esto se justifica con la
injusticia.
“La izquierda, al parecer, odia esa falta de
sutileza. Le aburre. No es interpretable; ni entra
dentro de sus rígidos parámetros ideológicos. Por eso
pone enseguida los ojos en blanco cuando algún facha
recuerda lo que hicieron o pretende algo tan poco
sofisticado como que los asesinos –asesinos no dudosos,
sino orgullosos de sus masacres- cumplan la pena
estipulada. ¡La caverna con sus neuras! (3) Ya no
matan, ¿no? Pues supérenlo, pesados”.
“Javier Gallego no deja que la confusión se instale
unos segundos siquiera en la mente del lector: “La
banda más poderosa y letal de la delincuencia
organizada de nuestro país sigue actuando. No hablo de
la banda terrorista ETA sino de la banca terrorista”.
“No tengo el gusto de conocer a Gallego. Pero, sin
conocerle, puedo apostar algo: miente. O si lo
prefieren, se engaña. Ignoro qué problemas haya podido
tener Gallego con su banco; ignoro, igualmente, la
relación que han tenido con los suyos los dos suicidas.
Pero me extrañaría infinito que el director de la
sucursal haya ido a casa del cliente con una Parabellum
para obligarles a suscribir una hipoteca. Estoy
absolutamente seguro de que si una noche oscura,
Gallego ve con el rabillo del ojo a dos tipos que le
siguen, estará más tranquilo pensando que son los
banqueros que no etarras. Creo que preferiría la
frialdad funcionarial del empleado bancario al tiro en
la nuca, fíjense que cosas: incluso que después de ser
secuestrado por la banda, temiendo que cada día sea el
último, no se atrevería a comprarlo a perder un piso
cuya hipoteca se contrató alegre pero libremente”.
“Con la muerte, como con cualquier cosa, se puede
hacer literatura. Cuando uno la ve a unos centímetros,
en la boca de una pistola cuyo dueño no tiene la menor
compunción en usarla, el mínimo reparao, ya es otra
cosa. La retórica desaparece y los bancos que matan son
otra cosa, bastante preferible”.
“Sé, por mi trato diario con izquierdistas, algunos
amigos, que la progresía entiende que ser de derechas
es no tener corazón, y ser de izquierdas es derrochar
bondad. No, es sólo que el progresista es narcisista, y
necesita sentirse bueno, no importa la eficacia de su
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