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Sagrada Familia de Jesús, María y José, Ciclos ... - Autores Catolicos

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expandir la filiación divina, la vida espiritual, la<br />

salvación, la piedad. Quiere hijos para el cielo.<br />

En la celebración <strong>de</strong> la Santa Navidad<br />

consi<strong>de</strong>rábamos que era el peso <strong>de</strong>l amor sobrenatural y<br />

eterno el que había hecho venir a nuestro mundo al Hijo<br />

<strong>de</strong> Dios. Sólo ese amor redime, eleva, santifica, y<br />

salva. Necesitamos luchar para hacernos con ese modo <strong>de</strong><br />

querer. Hemos <strong>de</strong> querer con el mismo corazón <strong>de</strong><br />

Jesucristo. Hemos <strong>de</strong> ser amantes <strong>de</strong> todo tipo <strong>de</strong><br />

elegancia y distinción. La zafiedad, el <strong>de</strong>saliño y el<br />

<strong>de</strong>senfreno no son <strong>de</strong> Dios. La abyección es <strong>de</strong> Satanás.<br />

San Pablo a los Efesios (5,3-4) se lo recordaba.“La<br />

fornicación y toda impureza o avaricia ni se nombre<br />

entre vosotros; ni palabras torpes, ni conversaciones<br />

vanas o tonterías que no convienen”. Aunque no seamos<br />

<strong>de</strong> la clase noble, conviene que reconozcamos, que, por<br />

ser hijos <strong>de</strong> Dios, hemos <strong>de</strong> procurar, sin ñoñeces,<br />

hacernos con la educación más sencilla y esmerada <strong>de</strong><br />

que seamos capaces. El cultivo <strong>de</strong> la grosería y<br />

vulgaridad no indican nada bueno, indican <strong>de</strong>ja<strong>de</strong>z,<br />

<strong>de</strong>sidia y pereza.<br />

Querer en el Corazón <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, es limpiar el<br />

nuestro. Santo Tomás, al comentar “bienaventurados los<br />

limpios <strong>de</strong> corazón, indicaba que, es preciso, “que nos<br />

limpiemos <strong>de</strong> pensamientos indignos, porque el corazón<br />

es templo santo en el que se ha <strong>de</strong> contemplar a Dios”.<br />

Nos hemos <strong>de</strong> limpiar constantemente para tratar<br />

esmeradamente a Dios. Hemos <strong>de</strong> convertir todos los<br />

momentos <strong>de</strong> la vida en ocasión <strong>de</strong> agradarle. Ver al<br />

Señor en todo, contemplarle en todo. Si tenemos esa<br />

contemplación, si lo intentamos seremos personas<br />

contemplativa. “La vida contemplativa se <strong>de</strong>sborda en<br />

actos <strong>de</strong> fe, esperanza y caridad, en ímpetu apostólico,<br />

bajo la acción <strong>de</strong>l E. Santo”.<br />

Este modo <strong>de</strong> vivir es el mismo que se concreta en<br />

los hogares, y en la intimidad <strong>de</strong> los matrimonios <strong>de</strong><br />

los fieles cristianos.<br />

Quien no lucha para vivir la castidad – que es<br />

sentir santamente-, no pue<strong>de</strong> amar, es incapaz <strong>de</strong><br />

entregarse <strong>de</strong> veras a Dios y a los <strong>de</strong>más: es un<br />

egoísta, esclavo <strong>de</strong> pasiones <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nadas que acaban<br />

nublando la luz <strong>de</strong> la fe.<br />

Se ha oído <strong>de</strong>cir que el que quiere tener un amor<br />

humano para constituir una familia, ha <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r y<br />

acostumbrar-se antes a tratar a <strong>Jesús</strong> en el Sagrario.<br />

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