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Sagrada Familia de Jesús, María y José, Ciclos ... - Autores Catolicos

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HAGIOGRAFÍA<br />

II-I-4-<br />

Ana Bolena, instrumento <strong>de</strong>l cisma.<br />

Las acciones humanas cuando no están regidas y no se<br />

usan con la finalidad suprema <strong>de</strong> agradar y servir a<br />

Dios, son auténticos instrumentos en manos <strong>de</strong>l Diablo.<br />

El hombre cuando no se une a Dios, se endiabla.<br />

La familia <strong>de</strong> este personaje nefasto es una familia<br />

<strong>de</strong> comerciantes que van subiendo astutamente en la<br />

escala social.<br />

“Thomas Boleyn, el padre <strong>de</strong> Ana, un servidor <strong>de</strong>l<br />

Rey, a lo que había llegado por su esforzada<br />

diligencia, fue a ennoblecido <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que su hija<br />

Mayor <strong>María</strong> se mostrase dócil a los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong>l<br />

Soberano. Ana, que habiendo regresado <strong>de</strong> Francia en<br />

1521, primero no había atraído casi la atención <strong>de</strong>l Rey<br />

y había regocijado ya a varios señores <strong>de</strong> la corte,<br />

entre ellos a su primo el poeta Thomas Wyatt, es<br />

<strong>de</strong>scrita <strong>de</strong> la siguiente manera: “su figura no era <strong>de</strong><br />

ninguna manera notable, el color <strong>de</strong> su tez era<br />

mortecino, su cuello, excesivamente largo y <strong>de</strong>lgado; su<br />

boca ancha, pero más astuta que franca y claramente<br />

sensual. Tenía una <strong>de</strong>nsa masa <strong>de</strong> pelo negro y ojos<br />

negros almendrados que algunos encontraban bellos; pero<br />

sólo ellos no bastaban para que resaltara entre las<br />

bellezas <strong>de</strong> la corte. Ahora bien, poseía una<br />

característica especial: un sexto <strong>de</strong>do atrofiado en la<br />

mano izquierda, una característica que a los piadosos<br />

les incitaba a santiguarse para protegerse <strong>de</strong>l mal <strong>de</strong><br />

ojo, mientras los aún más supersticiosos hablaban <strong>de</strong><br />

una criatura <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio y <strong>de</strong>l signo seguro <strong>de</strong> una<br />

bruja”. Esta Ana, pues, aspiraba a más que a la<br />

posición, muy dudosa y pasajera, <strong>de</strong> concubina real. Al<br />

notar que Enrique le era tanto más adicto cuanto más se<br />

le escapaba, <strong>de</strong>cidió jugar el atrevido juego <strong>de</strong> apostar<br />

más y más alto. ¿Qué precio estaría dispuesto a pagar<br />

el Rey? ¿Existía un límite? Seguramente ella misma se<br />

quedaría extremadamente sorprendida al notar que su<br />

amante no ponía límite, que estaba dispuesto a pagar el<br />

precio más alto: compartir trono y corona”. (Péter<br />

Berglar: Tomás Moro, Palabra, pág. 278).<br />

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