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Sagrada Familia de Jesús, María y José, Ciclos ... - Autores Catolicos

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HISTORIA<br />

VI-5-<br />

La concordia <strong>de</strong> Cortés y Guatemocín.<br />

(Cuando cesó la carnicería <strong>de</strong> la conquita <strong>de</strong> la<br />

capital).<br />

“Era el 13 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1521. Al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la laguna<br />

Cortés aguardaba a su real prisionero que <strong>de</strong>sembarcó<br />

entre Sandoval y García Holguín seguido <strong>de</strong> numeroso<br />

séquito. Guatemocín (el rey sucesor) se inclinó ante<br />

Cortés con profunda reverencia. Cortés le abrazó y le<br />

hizo sentarse a su lado. ”Malinche –dijo a su vencedor<br />

el vencido- he hecho todo lo que <strong>de</strong> mi parte era<br />

obligado para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rme a mí y a los míos, hasta venir<br />

en este estado. Ahora haz <strong>de</strong> mí lo que quieras”. Echó<br />

mano <strong>de</strong> un puñal que llevaba Cortés y dijo: ”Dame <strong>de</strong><br />

puñaladas y mátame” y el <strong>de</strong>sdichado rompió a llorar.<br />

Cortés le contestó “muy amorosamente” que por haber<br />

sido valiente y <strong>de</strong>fendido su ciudad tenía en mucho más<br />

su persona aunque hubiera <strong>de</strong>seado evitar tanta<br />

<strong>de</strong>strucción y tanta muerte y que pues ya era pasado lo<br />

uno y lo otro, <strong>de</strong>scansase su corazón y el <strong>de</strong> sus<br />

capitanes. Preguntole dón<strong>de</strong> estaba su mujer y las <strong>de</strong>más<br />

señoras, las hizo buscar y aten<strong>de</strong>r, y luego como<br />

comenzase a llover los llevó a todos a su cuartel<br />

general en Cuyoacán”.<br />

“Quedaron los soldados solos y entonces sintieron<br />

caer sobre ellos un silencio abrumador como si <strong>de</strong><br />

súbito se hubiesen quedado sordos. Llevaban noventa y<br />

tres días en estrépito continuo <strong>de</strong> explosiones,<br />

llamadas al arma, ór<strong>de</strong>nes, golpes, gritos <strong>de</strong> las<br />

víctimas, y el lúgubre redoble <strong>de</strong>l tambor sagrado; y <strong>de</strong><br />

un solo golpe todas aquellas vociferaciones estentóreas<br />

<strong>de</strong> Vichilobos, el feroz dios <strong>de</strong> la guerra, había caído<br />

en le silencio. La paz les colgaba <strong>de</strong> las manos ociosas<br />

y les abrumaba el pecho con su quietud. Los soldados<br />

españoles se quedaron solos con sus pensamientos en las<br />

aulas silenciosas <strong>de</strong> sus almas”. (Salvador <strong>de</strong><br />

Madariaga: Hernán Cortés. p. 452).<br />

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