Sagrada Familia de Jesús, María y José, Ciclos ... - Autores Catolicos

HAGIOGRAFÍA
V-5-
La conciencia cismática
La supremacía de la conciencia sobre la autoridad del
Papa es la que origina la impenitencia y el
totalitarismo de toda persona y de toda autoridad que
la confesare.
El caso de Enrique VIII, muestra, junto con infinidad
de casos que le seguirán, no sólo en los altos cargos
sino entre los hombres más débiles e ignorantes y
viciosos.
La tesis que cree Enrique VIII va a dar sus frutos, él
le seguirá con coherencia criminal y sanguinaria,
irrefutable, lógica.... pero falsa.
“Quien intentara –y aquí el mecanismo psíquico de
Enrique trataba con la máxima precisión- tenía que ser
traidor, un renegado, un usurpador del poder de
Cristo”. Enrique afirma que él no tiene que rendir
cuentas más que a Cristo. “Fue precisamente esta
resistencia la que, en el curso de los diez años
siguientes, convirtió al Tudor en un verdadero rabioso,
en una fiera humana, incomedida, pero con método. Y con
buena conciencia. Aunque el Rey no dudaba que podría
imponer su voluntad –disponía de suficientes medios,
suficiente poder-, tenía mucho interés en el cómo, es
decir, en un cumplimiento canónico-legalista, apoyado
en un amplio consenso de la opinión pública en
Inglaterra y en Europa, por sus iguales, los príncipes,
y por la jerarquía. Para sus nuevas nupcias y la
sucesión al trono esto le resultaba muy importante. No
sólo por orgullo y por honra, por sensibilidad
personal, sino también por razón de Estado. Quería que
no se pudiera impugnar la legalidad del nuevo
matrimonio y de los descendientes de éste. Enrique
sabía perfectamente que era incomparablemente más útil
y seguro obtener la aceptación de su “nuevo orden”
desde fuera y desde arriba, es decir, por parte del
Papa, casi bendecirlo por él, que forzarlo con
violencia. Pero –desde su punto de vista- se vista- se
vio obligado a hacer precisamente esto último.
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