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EL ARTE NOCTURNO DE VICTOR DELHEZ - andes

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sentido; y no se preocupa del juicio futuro porque su reino es de este mundo, donde no se<br />

necesita creencias, sino energías para triunfar.<br />

El hombre de tránsito, ese ser problemático que siendo romántico idealista del pasado<br />

comparte la energía dominante de las ciudades de acero, tarda mucho en definir su posición frente<br />

al mundo. A los treinta y dos años, Delhez no sabía, en conciencia, sí admiraba o detestaba la<br />

civilización.<br />

A las dos de la mañana cerró el libro. Quiso dormir pero no pudo: el mar del pensamiento<br />

se desplazaba sobre todo el territorio físico y su acción turbadora impedía el descanso.<br />

¿Cómo plantear el tema? Dios, esencia divina, supera a los hombres, que sólo alcanzan la<br />

altura del santo, el héroe y el artista. Como Dios hecho hombre ¿quién vencerá? También un dios<br />

puede perder. Cristo sucumbió y fue tendido en los maderos. Casi siempre los profetas pierden la<br />

batalla inmediata de la influencia terrena, porque pretenden avasallar al tiempo. A sí la vanguardia,<br />

arte profético. Fue batida; su siembra es más futura que actual. La vida del Cristo es un modelo<br />

que no podemos alcanzar, por absoluto e infinito; nuestra vida personal es finita y se dirige hacia<br />

un fin inalcanzable e infinito. ¿Cómo lo ínfimo podría explicar, aunque sea por símbolos, aquello<br />

que le es infinitamente superior e inexpresable? No obstante hay un Cristo de Velázquez, como<br />

hay otro de Orcagna y otro de Zurbarán; cada cual vivió y padeció al Cristo en sí, a través de su<br />

propia experiencia y dolor de artista. La religión ¿cómo interpretarla? En forma sentimental, sin las<br />

asperezas del dogma, sin la socarronería jesuítica, a la manera de Servaes, el pintor flamenco que<br />

inspira intensamente esa literatura profunda, viva, casi inhumana que es la literatura cristiana. Esta<br />

podría ser la tónica de una nueva versión de los Evangelio, más cristiana que católica y — lo que<br />

importa más dentro del punto de vista artístico — más cristiana que plástica. Lo religioso, dentro<br />

del arte, es algo tan profundo que escapa al análisis, pudiendo ser indiferente al arte mismo. Hubo<br />

gr<strong>andes</strong> artistas paganos, como hubo gr<strong>andes</strong> artistas cristianos; Filippo Lippi, siendo libertino, es<br />

autor de cosas purísimas. Pero volvamos al Cristo… En Palestina el Cristo habló soñando, única<br />

forma de soportar la incomprensión en su redor; por esto la única gente que sabe leer los<br />

Evangelios es la gente soñadora; la otra necesita del juego racional, que consiste en encontrar las<br />

relaciones entre Antiguo y Nuevo Testamento. Queremos ir hacia el Cristo con nuestra débil fe,<br />

pero está tan escondido bajo el velo de veinte siglos de racionalismo, que nos podemos hallarlo.<br />

¿Es posible elevarse a la comprensión de idea tan alta? ¿Por qué el misterio divino suspende el<br />

latido de las venas? En toda mente fué empresa, por Dios, la noticia de Dios. Merced a Cristo se<br />

instituyó la alianza entre Dios y los hombres; alianza, sí… ¿Más no hablas los poetas de un Dios<br />

que es un abismo de sin igual hondura? Para el meridional, hay distancia más grande de Dios a<br />

hombre que de hombre a muerte; para el nórdico, un Dios que concebimos no es Dios. San<br />

Agustín dice: "¿Qué es esto que me traspasa de luz y percute en mi corazón sin herirlo? Me<br />

espanto y me enardezco; me espanto porque me siento disímil a ello; me enardezco porque me<br />

siento semejante". San Pablo Cierra toda esperanza al referirse a quien habita una morada de luz<br />

donde nadie puede llegar. El alma queda en vilo, carece de medida para hablar de Dios y de las<br />

cosas de Dios. Sin embargo, el Cristo es cosa de Dios… ¿Cómo hablar de Él? Acercándonos a la<br />

atmósfera en que flota su leyenda, después de cubrir un camino cíclico, que pasa del misticismo<br />

egocéntrico y exasperante de Baudelaire, al misticismo multitudinario y desgarrado de Dostoievski.<br />

¿Dónde concluyen y resuelven la identidad de su lucha, el fustigador de la sensibilidad y el<br />

fustigador de la razón? En el Cristo, símbolo de la más alta humanidad que a todos confunde en su<br />

doctrina de perdón. Por Él desciende la divinidad a los hombres; por Él suben los hombres a la<br />

divinidad. ¿Qué podría agregar una nueva versión de los Evangelios? ¿Cómo aproximar por el<br />

grabado un Cristo discernible al creyente y al ateo? Si fuera dable describir en su fuerza múltiple y<br />

creciente, la historia del Cristo que comenzó a caminar en Belén hace dos mil años y que todavía<br />

sigue en pie, atravesando las culturas de los pueblos, cubriendo con su estatura espiritual las<br />

ciudades de acero, los caminos sin término, los mares anchurosos… Caemos… Caemos… El<br />

Cristo… Mañana Tal vez… La salida… El muro hostil…<br />

Un viento colérico sopla las ideas confusas, las dispersa y las disocia definitivamente. Calla<br />

el mundo temible del pensar. El sueño ha entrado en el hombre.<br />

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