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EL ARTE NOCTURNO DE VICTOR DELHEZ - andes

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—Soy el profeta a largo plazo. Ignoré el Renacimiento y voy de un medioevo a otro<br />

medioevo. Anticipo la futura humanidad. Unos piensan que ofrezco el don más alto que es dable<br />

esperar del hombre, porque enseño el camino que conduce al Cristo venidero. Otros creen que el<br />

Dios que quise probar lo destruí con los brillantes artificios de mi dialéctica. ¡Tonterías! ¿No<br />

reconstruí ese Dios con el simple mandato del amor a todos y a todo? Padre Zósima soy yo mismo,<br />

simbolizando el dualismo de bien y mal que atormenta al hombre. Soy el más central de los<br />

novelistas; mi prosa la menos artística. Creo que todos somos culpables de todo y por todos y que<br />

sólo cuando los hombres o hayan comprendido así, el Reino de Dios será realidad. Vengo del<br />

Evangelio y también del Antiguo Testamento. De éste traigo la grandeza colérica, poderío,<br />

opulencia, arrebatos, ímpetu de venganza, desenfreno de pasiones, lo apocalíptico de las<br />

profecías. De aquél la humildad, arrepentimiento, aspiración a la pureza, amor a todos los seres<br />

por míseros que sean. Estoy cerca de los débiles, los explotados y los que dudan de sí mismo. Mi<br />

sabiduría brota del texto evangélico. ¿No se ha visto que el Príncipe Muisschkin es una<br />

reminiscencia novelada del Cristo y que Nastasia Filipovna encarna la Magdalena de los tiempos<br />

modernos? Aspiro a unir lo disperso; mi Cristo ruso es un mensaje a la conciliación universal.<br />

Presentí que la cultura europea, aun prescindiendo de Cristo, va hacia él, del Cristo que fue al<br />

Cristo que vendrá, por lo cual sostuve que el camino de Rusia y de Europa, pese a sus<br />

divergencias transitorias, es el mismo. Uno de mis personajes ha condenado así el materialismo: "<br />

La ciencia es la principal fuerza creador y motriz de la civilización europea; pero ella no existe sino<br />

lo que cae bajo nuestros sentidos. El mundo espiritual, la parte superior del ser humano, se<br />

desprecia olímpicamente. La ciencia busca pasarse sin Dios". Con esas palabras definí el<br />

postulado laico de la época, al margen de la Iglesia y la Moral.<br />

—Fedor Mijailovich Dostoievski —pregunta Delhez. —¿Cuál es tu mensaje?<br />

—El triunfo de la humanidad integral sobre los nacionalismos destructores de la teocracia<br />

sobre la autocracia; de los que mis biógrafos llaman la Religión del Espíritu Santo, la tercera<br />

hipóstasis divina que vendrá después del Antiguo Testamento o sea el reino del Padre y del temor;<br />

después del Nuevo Testamento o sea el reino del Hijo y la expiación; la Religión del Espíritu Santo,<br />

es decir el reino del rescate, porque en la glorificación del Padre y del Hijo, se alcanza la beatitud<br />

definitiva del amor. En mis libros mora lo evidente. Soy un realista en el más elevado sentido de la<br />

palabra; represento todas las profundidades del alma humana. También me cegó la inteligencia; y<br />

fui el primer arrepentido. Torturado por la idea de la existencia de Dios, mi lema es "Perdonarlo<br />

todo y a todos, menos a nosotros mismos". Mis novelas, unas sobre otras, forman una escala que<br />

interroga al infinito. "Crimen y Castigo"… "Notas desde el Subterráneo"… "Los Karamazov"… "Un<br />

adolescente"… "El Príncipe Idiota"… "Humillados y Ofendidos"… He ahí mi credo. Podría agregar<br />

"Demonios"… pero no; son los elementos negativos que necesité para elevar las catedrales de mi<br />

fe.<br />

—Quieres, como Balzac, representar la historia del hombre.<br />

—Algo más: la historia y el sentido de la historia del hombre. Mis personajes, serafines y<br />

demonios, coexisten en generosidad y mezquindad, en nobleza y perversión. ¿Quién ha creado un<br />

Alíoscha tan seráfico que no parece pertenecer ya a este mundo? ¿El Príncipe Muischkin, siempre<br />

en conflicto con el mundo? ¿La incomprensible Nastasia Filipovna? Foma Fomich?, el viejo<br />

Karamazov, el staretz Zósima, el padre Ferapont! Gruschenka, Sonia, Nietochka Nezvanovna,<br />

Natasha, Aglaya Ivanovna, ¡almas tiernas y delicadas! Versiloff, Verjovenski, Schátov, Stavroguin,<br />

el príncipe Valkovski, Raskolvski, Raskolnikov, Mitia Karamazov, el más angélico de los pecadores,<br />

Iván el ateo, Smerdiákov el epiléptico, Ilíuschka, el niño, el señor Goliadkin, el pequeño héroe…<br />

Son tantos que olvido su existencia… ¿Dónde mayor profundidad? Forjé los seres más<br />

extraordinarios y los más simples, los más lúcidos y los más incomprensible, los mejores y los<br />

peores, sin separar a un lado los buenos y a otro los malos, como hace el novelista clásico, sino<br />

juntando, en cada ser, la bestia y el ángel, lo bello y lo horrible, para expresar esa suma de bondad<br />

y perversión que mora en todos. Nadie presentó antes esa visión integral del hombre. Sentí la<br />

intolerable vulgaridad de la Europa Moderna y para engañar mi sed de sobrenatural, me refugié en<br />

la Edad Media y en la antigüedad clásica. Soy el único entre los gr<strong>andes</strong> escritores que, atado a la<br />

vida contemporánea, la transformo en algo más misterioso que todas las leyendas del pasado. A<br />

mis ojos lo más vulgar y material confina en lo fantástico y lo místico, porque las fuentes de lo<br />

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