EL ARTE NOCTURNO DE VICTOR DELHEZ - andes
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Calderón, Durero o Goethe, las formas se funden dócilmente: sus obras son síntesis supremas de<br />
concepción y expresividad, donde norte y mediodía se equilibran misteriosamente.<br />
—Hace falta algo más preciso, que determine el carácter específico de ambas formas.<br />
—Eterna en su verdad metafísica, la dualidad de arte diurno y arte nocturno es aún muy<br />
joven para someterse a clasificaciones. Pasará tiempo extenso antes que artistas y escritores<br />
fecunden esta idea, escudriñando la infinitud inexplorada de sus posibilidades. Se puede pensar,<br />
no obstante, lejos del juicio dogmático, más bien con la humildad de la intuición, que lo diurno<br />
procede del júbilo y lo nocturno del sufrimiento; así el día se goza y la noche se padece. Moliére<br />
describe la contemplación inmediata de la vida. Esquilo nos habla del sentimiento trágico del<br />
destino. Hisíodo, Píndaro expresan la alegría de existir, ennoblecida por el atributo de la fuerza que<br />
se agita en pos de la victoria. Milton, el Dante se sumergen en zonas subterráneas, donde el<br />
hombre lucha con el pensamiento, lo que es más duro que batirse con el contorno.<br />
—No hay pues un sentido literal de día y noche, sino ese dualismo de claridad y fácil<br />
irrupción de un lado; y sombra y dura elaboración del otro. Uno más de la alegría; otro más del<br />
dolor…<br />
—¿Recuerdas que Leonardo dice: "Quién no ama la sombra ignora la dicha del arte?" Y el<br />
verso de Shelley: "Sólo en la noche el alma es verdaderamente libre?" Ambos aciertan; lo más<br />
profundo del arte, como lo más profundo de la libertad mora en la noche; no la puramente física del<br />
cosmos, sino la abisal del espíritu, la "noche oscura del alma" de que habla Juan de la Cruz,<br />
sospechada apenas por los místicos en su terrible infinitud y que Santa Teresa llama el centro del<br />
alma, donde ve secretos que la traen espantada. Cuando el artista desciende al abismo, lucha con<br />
el caos hasta alcanzar la expresión misteriosa de lo que está por revelarse. Arte nocturno es, en<br />
último término, eso: lo que está en trance de revelarse, lo que jamás concluye de definirse a sí<br />
mismo, porque viene tan cargado de espíritu que no agota las significaciones; y su entrega es<br />
siempre distinta e imponderable, como criatura de zonas abisales donde razón y sensibilidad se<br />
cruzan como relámpagos. Por eso nunca agotamos el sentido de un aguafuerte de Rembrandt; de<br />
un cuarteto de Beethoven; de una escultura del Bounarrotti.<br />
—Esa manera nocturna… ¿ puede aproximarse a la claridad?<br />
—Alcanza, cuando más, una claridad estelar, sin perder contacto con el misterio de donde<br />
procede. El artista que la expresa es un mistagogo que inicia a los hombres en los secretos de la<br />
naturaleza.<br />
—¡Nocturno es Baudelaire, que sirve a católicos y ateos!<br />
—El divino Morales, hijo del tenebrismo español, henchido de religiosidad. Schumann,<br />
cuyas romanzas sollozantes parecen brotar del corazón humano. El Vinci, que con una mano<br />
exprime los jugos medievales y con otra altera los frutos del Renacimiento.<br />
—¿Dostoievski?<br />
—Es uno de los caos más completos de nocturnidad. Fue el primero —en los tiempos<br />
modernos— que sacó la noche que mora en el hombre al exterior. Sus criaturas son de difícil<br />
acceso porque escapando al equilibrio de la lógica, se refugian en la extrema tensión de los<br />
hechos.<br />
—Los nórdicos vemos el día con ojos de búho, en estado sonambúlico. En cambio, por la<br />
noche, nuestros ojos nictálopes sondean profundidades inexploradas por el meridional.<br />
—No es novedad que los meridionales pertenecen a la luz y los hombres del septentrión a<br />
las tinieblas; siempre hay algo de mágico en el nocturno…<br />
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