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EL ARTE NOCTURNO DE VICTOR DELHEZ - andes

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Por ese tiempo pensaba que nunca abandonaría Cocaraya. A Cocaraya no llegaban ni<br />

siquiera noticias del frente de batalla. A veces Ernalsteen aludía, someramente, el curso de la<br />

guerra. El Chaco… ¿Dónde queda eso? Era en el sudeste, a más de mil Kilómetros de distancia.<br />

Cada cierto tiempo, respondiendo a los llamamientos del Estado Mayor, se iba uno o se iban dos<br />

peones de la finca; primero los jóvenes, después hombres maduros; y la falta de brazos en las<br />

cosechas era el único indicio de anormalidad.<br />

—¿Cómo te explicas que una parte del país sienta la guerra y otra no?<br />

—Cosas de América; esto es tan grande, que la mayoría de los bolivianos ignora qué es y<br />

dónde está el Chaco.<br />

—En Europa nos pasa al revés; falta espacio y sobran hombres.<br />

—¡Cómo crecerían estos pueblos con la inmigración!<br />

—¡Eso no; déjalos como están! Vírgenes, despoblados, tienen la inocencia de lo inexperto.<br />

Los europeos traemos el veneno.<br />

Cuando Delhez tocaba el tema, Ernalsteen se retiraba discretamente. "Ya está delirando<br />

—reflexionaba— ¿qué puede pasar porque vengan agricultores europeos a Cocaraya?"<br />

Delhez volvía al drama sagrado, viéndolo crecer a cimas desmesuradas. Cada Evangelista<br />

es hermano del otro; un solo tronco y cuatro ramas cuyo follaje anonada por igual. Todos distintos,<br />

todos semejantes… Agarrar, como alumbrado por un relámpago, una de esas situaciones finales<br />

mostrando ciertas facetas grandiosas, he aquí lo que han hecho todos los genios del arte. Llevado<br />

entonces por un severo sentimiento de introspección, anotaba: "Esto no está en mi poder. Más<br />

tarde los críticos se asombrarán de lo que realicé con mi pequeño talento y mi gran voluntad. Mi<br />

obra es y será de serie, que hay que folletar. No puedo dar en un solo grabado la extensión de lo<br />

que sé, de lo que creo valer y comprender…"<br />

Pero en "Chasca-Kcoillur" basta salir al paisaje y el cerebro se apacigua en la naturaleza. Los<br />

grabados evangélicos maduran, como el grano en la espiga, entre el esplendor del sol de<br />

Cocaraya y el brillo lejano de las cumbres nevadas.<br />

<strong>DE</strong> SOMBRAS FLUYEN CLARIDA<strong>DE</strong>S<br />

"Cristo Victorioso". (Plancha 34). Construcción aclásica, divide en partes iguales el cuadro.<br />

Profunda perspectiva; surge una catedral fantástica, encarnación del poder del gótico. La nave<br />

penetra en medio de dos torres unidas entre sí (otra licencia arquitectónica). Aparte del basamento<br />

romano-gótico, están las tres fases del estilo gótico primario, gótico secundario y el gótico<br />

flameante de las torres. El artista coloca el inmenso edificio sobre un segmento de la curva del<br />

mundo; un vuelo de nubes encrespadas dimidia el grabado; y efectos curiosos de perspectiva,<br />

combinados con licencias de composición, confieren al paisaje doble condición de grandeza<br />

espacial y fuerza basada en la irregularidad. Mediante la catedral gótica, que es de naturaleza<br />

mágica, se realza lo sobrenatural del pasaje bíblico. Cúmplese la profecía: de dos hombres en el<br />

campo, uno será tomado y otro será dejado; de dos mujeres en el molinillo, una será tomado y la<br />

otra será dejada. A la derecha, un cementerio. Salvando el río, por la otra ribera, los rascacielos de<br />

Nueva York. Una casita, un faro, árboles, sembríos; y en el follaje de la higuera, el blanco perfil de<br />

los versículos correspondientes. Cualquier xilógrafo se habría contentado con un cuadro tan denso,<br />

de arquitectura monumental, cargado de problemas técnicos y motivos simbólicos. Pero aquí crece<br />

el vuelo imaginativo, y un Cristo majestuoso brota de lo hondo para apoderarse con solemne<br />

estatura de la escena. Su rostro recuerda el grave patetismo de los Cristos del Giotto. La túnica de<br />

estrellas— que puede ser la purificación de los pecados — ciñe el cuerpo inmaterial y su cauda se<br />

pierde entre las nubes. La mano izquierda sostiene el cetro, manifestación del poderío de la Iglesia<br />

Católica. La diestra emana un haz de luz que se proyecta sobre las cosas sencillas del paisaje: un<br />

barquito, el faro, árboles y los personajes elegidos. Ángeles minúsculos loan con trompetas al<br />

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