EL ARTE NOCTURNO DE VICTOR DELHEZ - andes
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elajamiento pronunciado en las costumbres. El ideal de confort del paceño es el mismo con que<br />
sueñan todos los modernos.<br />
—Tú podrías prescindir de él…<br />
—Me aplastaría el medio; esta suma de artistas sociables y escritores políticos que<br />
edifican, como en todas partes, para un dominio temporal.<br />
Noches de La Paz. Vientos de Otoño. En la "Peña de Escritores y Artistas" se agita la<br />
discusión.<br />
—Los sudamericanos se mueven todavía con holgura; pero ha de llegar un tiempo de<br />
opresión, que se acentuará conforme sierras y llanos se transformen en ciudades supercivilizadas.<br />
—Tenemos un alma autóctona que nos salvará del naufragio; el arte indoamericano es su<br />
vehículo de expresión.<br />
—El arte indoamericano es un mito. Los bolivianos viven dominado por la misma ingenua<br />
aspiración de los argentinos: tener cultura propia. No basta entonar canciones nativas, pintar indios<br />
de indumentaria típica o escribir relatos costumbristas para hacer arte nacional.<br />
—¡Qué absurdo! ¿Cómo negar nuestro arte Folklórico?<br />
—Con la misma facilidad que negamos el folklore mexicano, chileno o brasileño. Diego de<br />
Rivera es pintor europeo, como lo es José Sabogal. La escogencia del tema no implica creación de<br />
un lenguaje cultural. Orozco, el mexicano, sigue la tendencia política de los plásticos rusos. No hay<br />
nada genuinamente americano en los artistas del continente.<br />
—Bolivia tiene un arte folklórico de raíces poderosas: el Tahuantinsuyo, el Lago Sagrado,<br />
la música pentatónica, las tradiciones del Incario y todo es que, por medio de ruinas o restos<br />
mutilados, habla de una civilización varias veces milenaria.<br />
—¿Qué obra actual expresa el sentimiento causada por la contemplación de esas ruinas?<br />
Ustedes no comprenden la lengua eterna de Tiahuanacu; desconocen el valor social de la ciencia<br />
económica de los Incas; viven rodeados por restos que atestiguan un pasado ya muerto, pero<br />
tienen los ojos fijos en Europa y Norteamérica.<br />
—Es cierto; cada vez que las colectividades sudamericanas culminan en cabezas geniales<br />
—Montalvo, Sarmiento, Lastarria, Gonzáles Prada, Rodó, Vasconcelos, Tamayo— miran, por ellas,<br />
al occidente y al mundo saxoamericano. Las antiguas civilizaciones autóctonas las mató el español<br />
con la cruz y la espada.<br />
—Aquí cabe la teoría spengleriana: las culturas nacen, culminan, decaen y perecen; no se<br />
repiten nunca…<br />
—¡Pero el arte indoamericano, que en todo el continente se esfuerza por revivir un pasado<br />
de gloria…!<br />
—Es arte de bibelot, para la exportación; habla a los ojos, no al espíritu, por ser puramente<br />
epidérmico. Presenta, no profundiza. El blanco o el mestizo, pretendiendo dar contenido artístico al<br />
orbe cerrado del indígena, que no sientes, manipulan formas muertas; de ahí lo artificioso y vano<br />
del folklorismo.<br />
—¿Y la copiosa literatura que incorpora al gaucho, al llanero, la "roto", al indio y al mestizo<br />
a la geografía del continente?<br />
—Es la continuación del naturalismo iniciado por Zola y acentuado por los novelistas de<br />
postguerra, a partir de Barbusse y Remarque.<br />
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