Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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OBRAS COMPLETAS TOMO V 115<br />
demostrar que, con la ayuda del psicoanálisis, se pueden curar enfermos<br />
frente a los cuales la medicina tradicional posee muy poca confi anza en sus<br />
propios recursos, pero me hubiera gustado presentarlos por otras razones.<br />
No sólo al comparar esas historias resulta evidente que son tan distintas<br />
entre sí como lo son las enfermedades que sus protagonistas padecían, sino<br />
que nos muestran la posibilidad de comprender los trastornos del cuerpo<br />
como los signos de un lenguaje inconciente que completa el sentido de la<br />
biografía conciente.<br />
Iniciamos el camino que recorriera Weizsaecker, sumidos en la impotencia<br />
del que comienza a comprender sin poder infl uir, y sintiendo<br />
la necesidad de encontrar un lenguaje capaz de producir un cambio<br />
en la enfermedad del cuerpo. Pronto nos dimos cuenta de que cuando<br />
interpretamos una enfermedad somática cuyo tratamiento habitual es<br />
difícil, ya sea porque evoluciona tórpida y crónicamente, o porque su<br />
desenlace es mortal, y descubrimos su signifi cado como crisis y punto<br />
de ruptura en la trayectoria vital de un ser humano, nos enfrentamos con<br />
una “enfermedad psicológica” igualmente grave, y con una tarea psicoterapéutica<br />
que presenta una análoga difi cultad. Así nos encontramos,<br />
durante mucho tiempo, desarmados e impotentes frente a enfermedades<br />
como el cáncer, la diabetes o la esclerosis en placas, sintiéndonos perseguidos<br />
por nuestra imposibilidad de mejorar las “cifras estadísticas”<br />
de las enfermedades que tratamos. Nos sentimos, también, obligados a<br />
refugiarnos en la convicción de que nuestra interpretación habría de alcanzar<br />
alguna clase de efi cacia o, cuando menos, traducirse en una más<br />
adecuada profi laxis.<br />
Los progresos que obtuvimos en la comprensión del signifi cado<br />
inconciente de las cardiopatías isquémicas nos condujeron hacia nuevas<br />
exigencias en lo que respecta al contenido vivencial, la formulación verbal<br />
y la autenticidad contratransferencial durante la comunicación de nuestras<br />
interpretaciones al enfermo somático. De este modo, paulatinamente,<br />
llegamos a experimentar el sentimiento de que algunos de nuestros pacientes<br />
graves “responden” a nuestro tratamiento; su mejoría somática adquiere la<br />
apariencia de la continuación de un diálogo simbólico inconciente similar,<br />
aunque distinto, de aquel otro que estamos acostumbrados a presenciar<br />
durante el psicoanálisis de los enfermos neuróticos. Nuestra convicción va<br />
creciendo, pero nuestro “diálogo” es todavía un balbuceo torpe, y nuestra<br />
convicción deberá esperar aún mucho tiempo para adquirir la fuerza con<br />
la cual hoy creemos en otras terapias. Eso sólo podrá llegar a suceder<br />
como resultado de una labor ampliamente compartida. Entonces habremos<br />
retribuido a Weizsaecker, mediante la materialización de su sueño, una<br />
parte del legado que en nuestras manos dejó.