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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO V 195<br />

cual, a su vez, puede ser la re presentante de la primera o, también, el<br />

agente de su des carga.<br />

Por esta causa, el desarrollo de la estructura libidinosa es su mamente<br />

complejo, y esto nos explica o nos contesta la pregunta que Freud se formuló<br />

acerca de las razones por las cuales el placer preliminar puede aumentar<br />

la tensión libi dinosa en lugar de disminuirla: precisamente porque cuando<br />

una zona erógena se descarga “autoeróticamente” sobre otra, a la cual<br />

toma por ob jeto, aumenta su excitación. El placer “fi nal”, en cambio, relaja<br />

la tensión, en la medida en que la descarga, organizada en torno de una<br />

primacía, se realiza sobre un objeto que no es el propio cuerpo.<br />

El problema de las relaciones de representación se vincula tam bién<br />

con el problema del lenguaje. Me pregunto qué es lo que de bemos entender<br />

aquí por lenguaje. Creo que el plan teo de que el lenguaje es comunicación<br />

es demasiado restric tivo. Pienso que el lenguaje, fundamentalmente, es<br />

signifi cado. Si ese signifi cado posee, o no, la intención de comu nicar, es<br />

un problema de otro orden, mucho más complejo, pero sobre ese problema<br />

volvere mos enseguida, cuando intente responder la segunda pregunta.<br />

El esquema epistemológico que propongo, y que creo que está im plícito<br />

en la obra de Freud, no es intencionadamente unitario o monista. Yo diría que<br />

lo fundamental reside en que parte de la necesidad de encontrar una teoría<br />

cohe rente para distintos postulados teóricos del psicoanálisis. Aquello que<br />

se plantea, en esencia, desde esta postura epis temológica, es que, en lugar de<br />

existir dos tipos de reali dades ontológicas fuera de la conciencia, existen dos<br />

ti pos distintos de representaciones dentro de la conciencia misma.<br />

En realidad no tienen por qué ser únicamente dos. Tal como está<br />

construida la teoría psicoanalítica son fundamental mente dos, pero, como<br />

veremos enseguida, cada vez surge con más fuerza la necesidad de agregar<br />

un tercer tipo.<br />

Volvamos sobre la misma cuestión desde otro punto de vista.<br />

Cuando hablamos del mundo exterior y del mundo interno, po cas veces<br />

tenemos conciencia de que estamos utilizando una metáfora. Lo psíquico no<br />

está adentro, en ninguna parte, así como lo fí sico no está afuera solamente.<br />

La metáfora proviene de una re alización conceptual, biológica, según la cual<br />

cada organismo posee una “membrana” que divide un aden tro de un afuera.<br />

Freud utilizó esta metáfora de la mem brana para referirse al yo.<br />

Freud sostenía que nuestro pensamiento científi co adquiere mu chas veces<br />

una indeseada semejanza con el pensar concreto de la esquizofrenia; que<br />

comenzamos por construir conceptos y termina mos por creer que esos conceptos<br />

son las cosas mis mas a las cua les representan. Pensar que el yo es en la re alidad<br />

una mem brana que limita un mundo interior, psíquico, y lo separa del mundo<br />

exterior, físico, encierra a nuestro in telecto en una po breza lamentable.

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