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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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46 LUIS CHIOZZA<br />

En el signo se oculta un símbolo inconciente<br />

Meltzer aclara que la pantalla beta evacúa elementos que “no funcionan<br />

como símbolos”, porque no pueden ser utilizados para evaluar y decidir<br />

con miras a la acción. Creo que se refi ere aquí a la decisión y evaluación<br />

que corresponden al pensamiento conciente, como intermediario entre el<br />

impulso y la acción, ya que parece evidente que cualquier signo no sólo<br />

“puede” ser, sino que es, siempre, utilizado con miras a la acción. La<br />

mayor o menor efi cacia de un acto evaluado y decidido de forma conciente<br />

o inconciente es un asunto que no atañe a esta cuestión.<br />

Pero, si se trata de una utilización conciente, ha llegado el momento<br />

de preguntarse si los pretendidos “pseudosímbolos”, lejos de no haber<br />

alcanzado el proceso de simbolización, no son, precisamente, signos que<br />

cumplen su función de indicar una presencia específi ca (como sucede en<br />

el caso del cowboy y la naranja) porque no mantienen noticia conciente<br />

de su implícita representación de un particular ausente. Creo que el signo<br />

no es en este caso pseudosímbolo porque posee un carácter simbólico,<br />

aunque inconciente.<br />

Bion nos habla de una función alfa invertida que reconvierte en beta<br />

los elementos alfa. Vinculando este proceso, como lo hace Meltzer, con el<br />

de simbolización, produciría “signos” a partir de “símbolos”, invirtiendo<br />

la función por la cual los símbolos se forman. Me parece sin embargo más<br />

prudente sostener que cuando un “símbolo” funciona como “signo”, ha<br />

perdido su carácter de símbolo sólo en la conciencia, y que la metafórica<br />

“inversión” de la función alfa corresponde a una formación o conservación<br />

de símbolos que permanece ajena a la conciencia.<br />

Subrayemos aquí dos postulados implícitos: 1) Así como no es posible<br />

concebir a los procesos primario y secundario existiendo el uno sin el otro,<br />

es imposible concebir que la función alfa se halle ausente en la producción<br />

de signos o elementos beta. 2) La formación inconciente de símbolos no<br />

tiene por qué ser menos rica ni menos “móvil” que la que se realiza en<br />

la conciencia. La aparente “fi jeza” de los símbolos inconcientes a sus<br />

referentes surge cuando penetran en la conciencia como si fueran signos.<br />

Hemos, por fi n, llegado a un asunto de la mayor trascendencia. El<br />

ejemplo del sombrero del cowboy nos ha mostrado que si no fuera porque<br />

negamos el carácter de representante de ausente que el signo contiene, y<br />

lo convertimos en un indicador de presencia, de un modo que desde un<br />

punto de vista lógico es un abuso, y desde un punto de vista estadístico<br />

funciona adecuadamente a nuestros fi nes, la percepción de un objeto sería<br />

imposible y jamás decidiríamos la puesta en marcha de una acción efi caz.<br />

Podríamos sostener que para decidir una acción sobre el cowboy, a partir

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