Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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18 LUIS CHIOZZA<br />
puede “inyectarse” o transferirse de uno a otro sistema. Sorprende pero es<br />
cierto: la forma, el orden, la entropía negativa, es decir, la información, es<br />
una cualidad psíquica, no física, aunque se halle privada de conciencia y viaje<br />
transportada en la materia. Aunque se halle privada de aquello que llamamos<br />
“vida”, es tan psíquica como lo son las obras completas de Shakespeare en<br />
el anaquel polvoriento de una biblioteca olvidada.<br />
De modo que así como puede inyectarse la inmunidad, que es una<br />
forma de memoria, una droga “contiene” en su “interioridad”, vehiculizada<br />
por su confi guración química o atómica, una fantasía psíquica inconciente,<br />
que no sólo puede ser hipotetizada por un farmacólogo “psicosomático”<br />
a partir de su acción farmacológica, sino que también puede ser a veces<br />
intuitivamente anticipada a partir del efecto producido por sus parientes<br />
químicos cercanos. Equivale a lo que Laborit (1983) denomina informaciónestructura,<br />
por oposición a la información-circulante.<br />
En 1969 realizamos con un grupo de colaboradores un trabajo sobre el<br />
opio (<strong>Chiozza</strong> y colab., 1969c). Buscábamos su fantasía psíquica inherente a<br />
partir del efecto que esta droga produce en el organismo que la incorpora. En<br />
ese trabajo anticipábamos tímidamente que la acción del opio sobre el hombre<br />
podía quizás ser concebida como una “opoterapia”, es decir, como el efecto de<br />
una droga que reemplaza a una sustancia de producción endógena. En 1975,<br />
seis años después, el descubrimiento de las endorfi nas vino a darnos la razón.<br />
Realizábamos también entonces (<strong>Chiozza</strong> y colab., 1969b) algunas<br />
consideraciones acerca de la utilidad práctica y teórica de un enfoque<br />
semejante, que lleva a concebir y evaluar a la terapéutica en un campo<br />
unifi cado, acorde con la idea de que tanto la droga como la palabra son<br />
información. Por este motivo, el daño o benefi cio que un tratamiento puede<br />
producir no dependen, claro está, de que el agente sea farmacológico o<br />
verbal, sino de que la información con él suministrada se aproxime a la<br />
medida y cualidad de cada necesidad particular. Actualmente ocurre que<br />
la psicoterapia, llevada por su necesidad de extender su benefi cio a un<br />
mayor número de personas, intenta producir interpretaciones “standard”<br />
vehiculizadas por medios masivos de comunicación, y que la farmacología,<br />
en cambio, procura obtener confi guraciones cada vez más específi cas que<br />
limiten su acción a subsistemas orgánicos cada vez más pequeños, lo cual<br />
conduce hacia la necesidad de una prescripción farmacológica que se<br />
adapte a los requerimientos particulares de cada paciente 1 .<br />
1 Fritjof Capra (1982) señala, sin embargo, que muchos productos purifi cados preparados<br />
por la industria farmacéutica son menos efi caces y de efecto más azaroso<br />
que sus equivalentes naturales. Los extractos preparados con hierbas naturales<br />
contienen propiedades moderadoras de los efectos de sus principios activos.