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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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258 LUIS CHIOZZA<br />

que el trabajo de S. Isaacs, quizás por la razón apuntada, no destaca<br />

sufi cientemente tales aspectos de la fantasía.<br />

Procuraré introducir dos cuestiones que me parecen fundamentales. La<br />

primera atañe a la distinción entre fantasía y realidad, distinción que, me<br />

parece, no debería ser intentada, sin tener en cuenta que, durante el desarrollo<br />

de la obra freudiana, se perfi la otra distinción, previa y básica, la mayoría de<br />

las veces implícita, entre una realidad material y una realidad histórica.<br />

La segunda cuestión se refi ere a la articulación entre las protofantasías,<br />

típicas y universales, heredadas, y las fantasías inconcientes que provienen<br />

de la experiencia individual.<br />

Abordemos ahora la primera cuestión. En “Sobre la psicología de<br />

los procesos oníricos”, Freud (1900a [1899]*) escribe: “Yo no sé si a los<br />

deseos inconcientes hay que reconocerles realidad; a todos los pensamientos<br />

intermedios y de transición, desde luego, hay que negársela. Y si ya estamos<br />

frente a los deseos inconcientes en su expresión última y más verdadera, es<br />

preciso recordar sin duda que también la realidad psíquica tiene más de una<br />

forma de existencia”. En 1914, Freud corrige el texto de la siguiente manera:<br />

“es preciso aclarar que la realidad psíquica es una forma particular de<br />

existencia que no debe confundirse con la realidad fáctica”. En 1919 vuelve<br />

a modifi car la frase y reemplaza “realidad fáctica” por “realidad material”<br />

(Freud, 1900a [1899]*, pág. 607 y n. 11). Queremos preguntarnos ahora a<br />

qué se debe la última sustitución. Parece lícito suponer que, entre las formas<br />

de existencia, Freud distingue una que denomina “realidad”, y que, entre las<br />

formas de realidad, existe una, la “realidad psíquica”, cuyo par conceptual,<br />

que permite contrastarla, no se encuentra en la realidad de los hechos sino en<br />

la realidad material. Conociendo los enunciados que Freud (1950a [1895]*)<br />

realiza en su “Proyecto de psicología”, esta interpretación cobra un sentido.<br />

Freud afi rma explícitamente que nuestra abstracta idea del tiempo se<br />

basa en el ejercicio de nuestro sistema preconciente, y que lo inconciente<br />

es atemporal. Pero, más allá de estas afi rmaciones, el psicoanálisis todo se<br />

halla impregnado de una diferente concepción de la historia.<br />

En el campo de trabajo de un psicoanalista, la realidad histórica no<br />

se encuentra en el antecedente referido y ubicado en el contexto de un<br />

universo físico. Este registro de una secuencia causa-efecto, que constituye<br />

el enfoque genético, por más pluridimensional que sea, y aunque puede ser<br />

útil y valioso, será siempre una construcción secundaria e indirecta que no<br />

alcanza de pleno derecho el estatuto de una realidad histórica.<br />

Los desarrollos que Freud realizó en la noción de fantasía, sobre todo<br />

a partir de su concepción del “proton pseudos” y de su reconsideración<br />

acerca de la realidad de los episodios de seducción referidos por sus

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