Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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OBRAS COMPLETAS TOMO V 35<br />
Un ejemplo, tomado de Carl Hempel, muestra las falacias a las que<br />
puede conducir el trato descuidado de la inferencia estadística. “Juan es<br />
alcohólico anónimo. Menos del 1 por ciento de los alcohólicos anónimos<br />
son profesores de enseñanza superior. De acuerdo con estas premisas,<br />
empleando una regla de probabilidad, la conclusión será que Juan tiene<br />
una probabilidad inferior a 0,01 de ser profesor de enseñanza superior.<br />
Pero supongamos que Juan lee asiduamente el Journal of Philosophy, y<br />
más del 99% de sus lectores son profesores de enseñanza superior. Luego<br />
Juan tendrá una probabilidad de 0,99 de ser profesor de enseñanza superior.<br />
Tenemos aquí dos conclusiones contradictorias” (Wartofsky, 1968; citado<br />
por Canteros y Martín, 1979).<br />
Debemos subrayar que la estadística es útil en aquellas circunstancias<br />
en las cuales necesitamos conocer, en un número elevado de casos, la<br />
proporción aproximada en que un determinado acontecimiento ocurrirá.<br />
En nuestro ejemplo de la ruleta rusa, es obvio que, de tener que establecer<br />
un negocio de venta de ataúdes frente a una de las dos ventanillas, será más<br />
conveniente hacerlo junto a la ventanilla 5B.<br />
Frente a las limitaciones que hemos señalado, podría objetarse que<br />
no hacemos las cosas por una única vez, y que si bien no nos disparamos<br />
en la sien cotidianamente, solemos bajar las escaleras del subterráneo<br />
todos los días y conviene que lo hagamos por los lugares estadísticamente<br />
menos peligrosos.<br />
Si bien es cierto que no vivimos actos únicos, también es cierto que<br />
la estadística, al homogeneizar las variables para crear la cantidad, nos<br />
quita la posibilidad de que nos apoyemos en ella para computar como<br />
suma a un conjunto de acontecimientos individuales que, a pesar de no<br />
ser únicos e irrepetibles, son, sin embargo, disímiles, y sólo entrarían<br />
forzados en una misma estadística.<br />
Cuando en situaciones individuales decidimos, sin conocer razones<br />
ni signifi cados que estén a la altura de nuestros conocimientos mejor<br />
elaborados, lo hacemos sobre la base de creencias que extraen su<br />
fuerza del pensamiento mágico. Tales creencias nos explican que el uso<br />
supersticioso de la estadística sea mucho más habitual y extendido, aun<br />
dentro de la ciencia, de lo que, en una aproximación superfi cial, se está<br />
dispuesto a admitir.<br />
La sabiduría popular, que se expresa muchas veces en forma de chistes,<br />
puede aportarnos más elementos:<br />
La esposa de Pedro está preocupada porque el cirujano le ha dicho que<br />
sólo el 70% sobrevive a la operación a la que debe someterse su marido.<br />
Pero el cirujano la tranquiliza diciéndole: “No se preocupe señora, porque<br />
yo este año ya he cubierto mi 30% de muertes”.