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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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52 LUIS CHIOZZA<br />

De modo que aquello que vemos, oímos, tocamos, gustamos<br />

u olemos, siempre es el producto del encuentro entre la “cosa<br />

en sí” y nuestra posibilidad perceptiva, nunca la “cosa en sí”<br />

misma.<br />

En trabajos anteriores (véase <strong>Chiozza</strong>, 1981g) fundamento las razones<br />

por las cuales me parece operativo concluir en que: a) físico, o somático,<br />

es aquello que posee caracteres organolépticos, que “actúa” frente a los<br />

órganos de los sentidos como un tipo de existente que ocupa un lugar y<br />

permite la noción de espacio; b) psíquico, o mental, en cambio, es aquello<br />

que posee un signifi cado, que se presenta como una interpretación que<br />

cualifi ca el instante vivido y permite la noción de tiempo.<br />

¿Qué deberemos decir entonces de lo psicosomático? En primer lugar,<br />

que lo inconciente, en sí mismo, no es psíquico ni es somático (Freud, 1900a<br />

[1899]*), ya que estas dos categorías son artefactos de la conciencia. En<br />

segundo lugar, que psicosomático es aquello que se presenta a la conciencia<br />

por una doble entrada, como existente material perceptible y como<br />

signifi cado inteligible. En tercer lugar, que aquellos procesos que ingresan a<br />

la conciencia por una sola puerta, como procesos somáticos desprovistos de<br />

un signifi cado psicológico intrínseco inteligible, o como procesos psíquicos<br />

sin una modifi cación material registrable en los órganos, constituyen ante<br />

todo una evidencia de nuestra actual insufi ciencia, en uno u otro campo, y no<br />

nos autorizan a sostener el carácter unilateral del fenómeno.<br />

V. El problema de la simbolización<br />

en la enfermedad somática<br />

Tomemos como ejemplo la afi rmación siguiente: 1) El dolor de cabeza<br />

se produce como consecuencia de un fenómeno vasomotor local. 2) El<br />

dolor de cabeza ocurre porque existe un fracaso en el intento de elaborar<br />

emociones traumáticas a través de pensamientos. 3) Sucede como si<br />

hubiéramos introducido bolitas de metal en una máquina para moler café.<br />

Frente a este enunciado, que dividimos en tres sentencias, la gran mayoría<br />

sostendrá que las dos primeras pueden corresponder a la afi rmación de un<br />

hecho, y la tercera, a una metáfora. Dicho en los términos en que se expresa<br />

Cassirer (1963), las dos primeras se refi eren a signos (o fenómenos) que<br />

pertenecen al universo del ser, y la tercera, a símbolos que pertenecen al<br />

universo humano del sentido.<br />

¿Es posible sostener que las tres sentencias afi rman hechos ciertos o,<br />

si se quiere, que todas aluden a signos que pertenecen al universo del ser?

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