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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO V 213<br />

En el lenguaje verbal puede distinguirse teóricamente entre el uso<br />

de la palabra como símbolo representante de un au sente, que recrea<br />

mentalmente al objeto denotado –o, si se prefi ere, lo evoca–, y el uso<br />

como signo que expresa la ac tualidad –o la presencia– del referente<br />

al cual alude. Si digo ahora “Sigmund Freud”, ustedes esperarán que,<br />

luego de haberlo evocado, diga algo acerca de él. Si, en cambio, digo<br />

“¡Cuidado!” con las con notaciones extraverbales adecuadas, buscarán<br />

ustedes mismos el peligro actual.<br />

Dije que teóricamente puede distinguirse entre uno y otro uso, porque<br />

en la realidad se trata de un predominio en la conciencia, ya que, como<br />

hemos visto para el caso de la ex presión de dolor, todo signo compromete<br />

un símbolo y todo símbolo compromete un signo.<br />

Por todas las razones apuntadas, le respondo a Abadi que en el lenguaje<br />

de órgano encontramos también esas dos funcio nes del lenguaje.<br />

Veamos un ejemplo. Pensamos que la secreción biliar forma parte de<br />

la clave de inervación de la envidia. El lenguaje popular re vela lo que el<br />

hombre de la calle sabe, que cuando uno sufre por una en vidia intensa no<br />

se pone colorado sino verde. En el caso de la disquinesia biliar, o del cólico<br />

he pático, pensamos que la descarga biliar, “somática”, atrae la investidura<br />

de la clave completa y llega a la conciencia como un desarrollo equivalente<br />

de lo que hubiera podido ser envidia.<br />

La disquinesia biliar es entonces el símbolo representante de la<br />

envidia ausente, coartada en su fi n. Pero también es la descarga del<br />

montante completo de la excitación que ori ginalmente inves tía a la clave<br />

inconciente de la envidia y, desde ese punto de vista, es un signo que<br />

expresa, de ma nera deformada, la actuali dad de la envidia. En otras palabras:<br />

es expresión y es signifi cado.<br />

GREEN: –Esta mañana escribía refl exiones a partir de la función alfa<br />

de Bion –vaya esto dicho para mostrar que no me refi ero so lamente a<br />

Freud– y de lo que Bion sostiene cuando afi rma que lo desconocido del<br />

sis tema debe quedar así. Me he pre guntado entonces: ¿por qué? Pienso que<br />

es así, porque la transformación que la función alfa opera ocurre sobre la<br />

parte no conocida de la comunicación: aquella no traducible en un sistema<br />

codifi cado que permite la equivalencia de un sistema de signos por otro; la<br />

parte que debe ser inventada, que queda fuera de la codifi cación. Ya que el<br />

sistema de los signos del lenguaje es fi nito, mientras que la relación con lo<br />

real y con el otro no implica un sistema fi nito.<br />

De allí la idea de que no se puede hablar más que de repre sentante,<br />

admi tiendo sólo por convención qué es lo que re presenta. No siempre<br />

es posible precisar qué es lo represen tado, que, de hecho, no está dado,

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