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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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OBRAS COMPLETAS TOMO V 47<br />

de su sombrero, es mejor mantener la conciencia de la “probabilidad<br />

estadística” que transformar inconcientemente un símbolo en un signo, o<br />

la percepción de una parte en la percepción del todo al cual ella representa.<br />

Sin embargo, es evidente que con una conciencia así sobrecargada en<br />

cada acto perceptivo, quedaría muy poco espacio para las refl exiones<br />

nuevas y, lo que es más importante todavía, el perjuicio ocasionado por la<br />

lentifi cación de la acción excedería en la mayoría de las veces al benefi cio<br />

de la disminución del riesgo.<br />

Vemos entonces que “transformar” símbolos en signos también puede<br />

llegar a ser un benefi cio. Pero, cuando en la evacuación de la experiencia<br />

emotiva a través de la pantalla beta el “benefi cio” es relativo, porque paga<br />

un alto precio bajo la forma de inefi cacia en la acción, me parece que no sólo<br />

debemos considerar la intervención de una función alfa invertida, sino, ante<br />

todo, la de una función alfa negativa, que produce concepciones erróneas.<br />

Creo que, de uno u otro modo, la capacidad inconciente para representar<br />

ausentes, o, en otras palabras, para formar símbolos, se conserva íntegra, y<br />

que incluso la mentira o la falacia pueden, en algunas ocasiones, funcionar<br />

como instrumentos útiles en el logro de una acción efi caz.<br />

Podemos diferenciar teóricamente a la alucinación de la percepción, y<br />

al delirio del pensamiento que capacita para la acción que llamamos efi caz,<br />

gracias a que mantenemos una distinción entre el signo indicador y el<br />

símbolo representante. Pero esta distinción, que funciona adecuadamente<br />

en los problemas ya pensados y en las situaciones gruesas, se vuelve<br />

inadecuada, y es una forma de maniatar al pensamiento, cuando se trata de<br />

volver a pensar en la presunta carencia de simbolización en el fenómeno<br />

que denominamos somático.<br />

El vínculo entre el referente y el símbolo<br />

Dentro del complejo sistema simbólico, rico en permutaciones, que<br />

constituye el universo cultural del hombre, la extrema distancia que<br />

existe entre el referente y el símbolo que lo representa, recorrida a través<br />

de innumerables intermediarios simbólicos en un creciente proceso de<br />

abstracción, explica el que hayamos perdido noticia de la vinculación<br />

“natural” (mantenida en lo inconciente) entre el referente y su símbolo.<br />

Todo símbolo, como todo signo, es pues, en última instancia, una parte<br />

de aquello a lo que alude. Expresado en otros términos: todo símbolo es<br />

un signo natural. Cuando decimos que los símbolos surgen como producto<br />

de una convención arbitraria, es porque hemos perdido conciencia de su<br />

inconciente vinculación con el referente que representan (<strong>Chiozza</strong>, 1983k).

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